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Por. Roberto Romero |
El
campo de la filosofía, su estudio puede ser inútil para nosotros, podemos
conceptuarla como algo absolutamente superfluo, y sin embargo, para millones de seres humanos es de capital importancia. Los aficionados a la
filosofía se cuentan por legiones, son, por lo general, personas muy instruidas
en todos los ramos del saber, y, para llegar hasta ellos para poder ganarlos a
la verdad, es muy útil tener, cuando menos, algunas nociones de filosófica. No
debemos, pues, menospreciar ese estudio y, por el contrario disponiendo de
nociones generales del mismo, podremos tratar con aquellos que se sienten
inclinados a las especulaciones filosóficas.
¿Qué
es la filosofía? Etimológicamente significa
“que ama la sabiduría” o “amor por la sabiduría” (de filos: que
ama, y Sofía: sabiduría” etc. Podríamos definirla, podríamos definirla, hoy como la “expresión sistemática
y ordenada del anhelo humano de llegar a la verdad absoluta, a la verdad que
está por encima de todas las verdades que comprobamos por la experiencia, al
principio supremo, al principio de todos los principios que llegamos a
comprender. O, en otras palabras, el anhelo profundo del corazón del hombre de
llegar hasta Dios, la fuente suprema y primordial de todo lo que existe.”
Es,
pues, en si algo noble, pero su propósito ha sido desvirtuado por la vanidad
humana.
Debido
a su carácter, la filosofía tiende a despertar el sentido de la unidad del
saber. Así, por ejemplo, la aritmética dice: dos y dos son cuatro, la geometría
nos enseña: la suma de los ángulos internos de un triangulo es igual a dos
rectos, la física afirma: el agua se congela a cero grado, la astronomía
enseña: los cuerpos celestes se atraen mutuamente en razón directa de las masas
y en razón inversa al cuadrado de las distancias, la química dice: que una
parte de azufre, cuatro de oxigeno y dos de hidrogeno nos dan acido
sulfúrico. Todos estos principios mil
veces comprobados, son certísimos, pero obedecen a otro más general, que es
tratado por la filosofía, al de identidad. Según este principio, apoyado por el
no-contradicción, una cosa es idéntica a sí misma, o lo que es lo mismo que no
puede ser ella misma y no ser al mismo tiempo. De aquí que siempre dos y dos
sean cuatro etc. Si no fuera por ese principio, la naturaleza divina, reinaría
el caos y la confusión. Que sucedería si a veces el agua se congelara a cero
grados y en otras ocasiones lo hiciera a veinte grados?
También
se despierta con la meditación de estas
cosas, el deseo de tener una cultura fundamental que no es lo mismo que una
cultura general. No se trata de un mero
“dilettantiumo”, de mariposear de aquí para allá, sin profundizar, sin
profundizar nada. Es necesario conocer los principios generales que todo lo
rigen, como instrumento del ser supremo.
También
así se llega a poseer la docta ignorancia: saber que uno no sabe nada, y este
es el camino de llegar después a atesorar conocimientos, pues así como el
pecador, cuando reconoce sus pecados, está en el camino al arrepentimiento, así
también el reconocimiento de nuestra ignorancia, nos indica a instruirnos.
La
filosofía estudia tres grandes problemas fundamentales: ONTOLÓGICO,
GNOSEOLÓGICO Y AXIOLÓGICO.
Trataremos
someramente el primero de ellos: la palabra ontológico viene del griego y
significa:”tratado, o estudio del ser” tenemos, pues, ante nosotros lo que los filosofo
llaman el problema del ser
En
la naturaleza vemos muchos seres, pero todos ellos son contingentes, esto es,
seres que dependen de otros, y además, todos son variables y cambian
continuamente: esto es lo que se llama en término filosóficos “el devenir”, o
mutación constante. Se trata por lo tanto, de encontrar, por detrás de esa
multitud de seres mutables y móviles, un SER que no cambia, que siempre sea
idéntico si mismo, un ser inmóvil, un ser necesario, un ser que sea el
principio de todos los seres: en existencia, en movimiento, en vida y en
inteligencia, el primer principio de todos los principios de todos los seres:
en una palabra DIOS.
También
se le dad el nombre de problema “metafísico” pues muchos filósofos ponen ese
primer principio fuera de la naturaleza que percibimos, palpamos, sentimos
comprobamos, por medio de los sentidos: (metá ta física: Más allá de la física,
de lo material, de lo material, diría Aristóteles).
Ales
de Mileto, uno de los siete sabios de Grecia, que vivió alrededor del año 600 ante.
De C. afirmaba que el agua es el principio de todos los seres.
Heráclito,
celebre filosofo griego de tendencia agnóstica, decía que era el fuego (símbolo
del devenir por su movilidad continua).
Pitágoras,
siguiendo una línea de razonamiento más difíciles de explicar, decía que el
numero es el principio de todo.
Demócrito,
fue el creador de la teoría atómica. Según ella los átomos serian eternos y
ellos formarían un todo. Posteriormente, Galileo fundo en el atomismo su
concepción físico-matemática.
El
filósofo materialista Spencer, reduce todo a lo inorgánico.
Hay
otros que no se contentan con un solo cuerpo o sustancia como primer principio
sino afirman que hay dos o más. Los hay, pues, monistas, dualistas y
pluralistas.
Este
caos de opiniones deja al hombre perplejo. Pero, por encima de él, la razón
exenta de perjuicios nos dice que Dios
es el principio o causa primera de todos los seres y el creador de todo lo que
existe, (santo tomas de Aquino presenta en su “suma teológica” varias pruebas
filosóficas de la existencia de dios, que son dignas de ser estudiadas).
Consideraremos ahora, a vuelo de pájaro, el
segundo problema: el Gnoseológico.
(Etimológicamente significa el tratado del conocimiento: gnosis,
conocimiento en griego).
En
el siglo XVIII apareció en el campo de la filosofía una figura descollante:
Manuel Kant. Con el se desvía, por así (decirlo, el interés de los filósofos
del problema ontológico y se enfoca hacia el gnoseológico. No se trata de saber
si hay un ser principio de los demás, sino saber si se puede llegar a conocer
ese ser. Es como si en vez de discutir
la posibilidad de la existencia de habitantes en el planeta Marte, se
discutiera la posibilidad de construir un telescopio tan potente como para
llegar a percibirlos.
De
aquí que el problema gnoseológico se pregunta: se puede conocer? hasta donde se
conoce? es una verdadera “autopsia de la conciencia” para ver hasta donde es
capaz de llevarnos en nuestro conocimiento.
Hay
diferentes escuelas o tendencias acerca del problema gnoseológicos: podemos
resumirlas en tres (3).
1) Los dogmaticos: afirman que se puede
llegar al conocimiento.
2) Los escépticos: Niegan que se puede
conocer.
3) Los relativistas (entre los cuales se
puede contar los agnósticos dicen quien se puede conocer, pero que hasta cierta
medida solamente.
Voy
a hablar brevemente del dogmatismo, en su doble forma, absoluta y relativa.
Dentro de él pugnan dos grandes
tendencias opuestas: el empirismo y el racionalismo. Veamos la esencia de cada
una de esas corrientes. Es la lucha entre la existencia y la razón. El
empirista dice: “toda verdad tiene que tener su fuente en la experiencia. No
hay otro lugar de donde sacar la verdad. Todo tiene que pasar por nuestros
sentidos”.
En
cambio afirma el racionalista: “la existencia puede darnos algunas verdades,
pero las verdades cardinales no las puede dar sino la razón humana”.
Los
racionalistas critican a los empiristas diciéndoles que si todo entrara por los
sentidos y si el espíritu fuera como un pizarrón en el cual se grabaran las impresiones,
un asno podría recibir la misma educación que un hombre. De aquí que se haya
añadido el empirismo filogenético. Dos palabras para explicar este punto:
existe la experiencia personal (ontogenetica) fruto del esfuerzo personal y
otra experiencia heredada (filogenética), fruto de la experiencia de nuestros
antepasados. Hay otra escuela filosófica sociológica que afirma que también hay
que tener en cuenta la experiencia social: este es la influencia del ambiente
en el individuo.
El
intuicionismo es un empirismo exagerado, si se quiere. Para el individuo
intuicionista debe haber una “constatación inmediata de las cosas”. Y esa constatación puede
realizarse en la conciencia, puesto que los sentidos, al decir de ellos, no nos
dan la realidad tal como es. Afirman que si tuviéramos 500 sentidos en vez de
5, veríamos las cosas de manera diferente. No debe haber, pues, ningún
intermediario entre el conocimiento y el objeto del conocer. Por ende, la
influencia externa tendría un mínimum de verdad y un máximum de ilusión.
El
pragmatismo es otra
tendencia según la cual no existe la
verdad ni se descubre, sino que se inventa.
Ya en la antigüedad protagoras, un gran sofista, afirmaba que “el hombre es la
medida de todas las cosas”. William James, famosísimo psicólogo norteamericano
es uno de los sostenedores del pragmatismo. Para él, no hay que buscar si hay
verdad o no. Más bien hay que ver si es útil que haya una verdad o no. Es una filosofía utilitarista. Según
esta escuela, vivimos rodeados de ilusiones fecundas. Hay seres que no existen
pero que creamos porque nos convienen. Así el estado, por ejemplo no tiene
forma, color ni consistencia, pero es necesario que exista y lo hemos creado.
El
idealismo es una
doctrina gnoseológica que trata de explicar el conocimiento no desde el punto
de vista del objeto sino del sujeto. No niega que haya realidad, pero dice que
es imposible saber cuál es la realidad fuera de nosotros. “afirma:”no niego que
no haya realidad fuera de mi, pero solo la conozco en mi.” De ahí que conocer sería
crear, mucho o poco, pero crear al fin.
Kant
decía que no podemos llegar a las cosas mismas (lo que él llamaba el “noúmeno”)
sino que solo vemos su apariencia engañosa (el “fenómeno”) sostenía que dentro
de nosotros hay “formas a priori” del entendimiento, como nuestros sentidos,
“creando” asi, en cierta medida la realidad”.
Hay
otro idealismo, en cierta medida objetivista. Es el idealismo platónico. Su
creador fue el famoso filosofo griego Platón, discípulo de Sócrates. Según él,
la realidad que vemos es solo la sombra de la realidad inmutable que existe en
un mundo que él llama “el mundo de los arquetipos”. Allí estarían las ideas
fundamentales, por a si decirlo, de lo que vemos en el mundo sensible. Ese
mundo de arquetipos estaría fuera de nuestro alcance.
Hay otras doctrinas, pero lo abordaremos en
otro espacio. En conclusión, todas estas teorías o escuelas parten de un
destello de razón, pero pierden aun esa frágil base cuando pretenden tener toda
la razón. Y esto se debe al orgullo personal, a la obcecación y a los
prejuicios que anidan en el hombre inconverso.
Como
ejemplo de las controversias filosóficas y una ilustración de los absurdos a
los cuales se puede lega cuando se llevan al extremo sus enseñanzas, mencionare
un caso clásico: el de la escuela eleática. (Famosa por sus sofismas sus
adeptos llegaron hasta negar el movimiento, en sentido figurado. Pero sus
contrarios los hicieron víctimas de un
sofisma muy divertido. Partiendo del hecho de que el espacio es infinitamente
divisible, les decían que una flecha disparada del punto A, por ejemplo, en
dirección al punto B, primero debía recorrer la mitad del trayecto, antes de
eso la cuarta parte, antes la octava parte, antes la dieciseisava parte, etc.
por lo tanto, como esa división se podría continuar hasta lo infinito la flecha
quedaría en su punto de partida, inmóvil por toda la eternidad. Esto, claro
está, solo es posible en teoría.
Dije
al principio que la filosofía persigue un fin noble, así es. Pero en la
práctica, se ha desvirtuado su propósito. Los hombres no quieren ver la
existencia de un ser supremo, creador y todopoderoso. Parten del axioma de que
no existe y se echan a buscarlo por los
senderos tortuosos de sus filosofías particulares (no de la filosofía en sí).
Por supuesto que no llegan a nada ya que niegan la veracidad de la luz porque
es demasiado palmaria.
Los
hombres cegado no quieren ver la sencillez de un principio fundamental, de un
ser, que sirviendo de principio para todo lo que existe, resuelve rotundamente
los problemas filosóficos.
Terminare
recomendando algunas palabras del apóstol San pablo en su primera epístola a
los corintios, el capitulo 1 y los versículos 19 y 24: “ porque está escrito Destruiré
la sabiduría de los sabios y desecharé
la inteligencia de los entendidos, que es del sabio? Que del escriba? Qué que del escudriñador de este
siglo’ no ha enloquecido dios la sabiduría del mundo? Porque POR HABER EL MUNDO
CONOCIDO EN LA SABIDURIA DE DIOS A DIOS POR SABIDURIA, AGRADADO A DIOS SALVAR A
LOS CREYENTES POR LA LOCURA DE LA PREDICACION. Porque los judíos piden señales,
y los griegos buscan sabiduría: mas nosotros predicamos a Cristo crucificado, a
los llamados, a si judíos como griegos, Cristo potencia de Dios, y Sabiduría de
Dios.
Habiendo,
pues, los hombre rechazado la sabiduría de Dios, y el conocimiento que de él
hubieran podido tener por medio de sus maravillosas obras, o sea el camino de
la verdadera filosofía, le plugo a él salvarnos por la predicación de Cristo crucificado
Es
esta nuestra filosofía: la más hermosa, completa y perfecta que jamás pudiéramos
haber ideado. Ella satisface los anhelos más íntimos del corazón pues es la
manifestación del portentoso amor de Dios. Su principio básico no está fundado
ni en señales ni en sabiduría: tan solo en el amor! Cristo crucificado por
nosotros! Perfecta expresión del amor que está por encima de todo los amores
nobles, pues es su fuente y origen! Sea esta nuestra predicación invariable
cuando afrontemos las vanas filosofías de los hombres!.
Si
argumentamos acerca de los problemas del ser y del conocimiento, quizá no
conduzcamos a nadie a ninguna parte pues es muy difícil mover a un hombre
empecinado en un sendero filosófico. En cambio, la presentación del amor de
Dios, materializado en nuestro redentor muriendo en la cruz, es “potencia de
Dios, y sabiduría de Dios”.
Quiera
el eterno que este poder y esta sabiduría acompañen siempre a todos los
usuarios lectores de Notic-Voz el Cajigalense, sean ellos los portavoces
elegidos por el altísimo para la predicar a ese salvador crucificado,
resucitado y próximo a volver, así sea.
Editor: Teólogo-Informático Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
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