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lunes, 10 de enero de 2011

RECOBRE SU PRIMER AMOR

PRENSA DIGITAL NOTIC-VOZ "EL CAJIGALENCE" Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela. Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/




RECOBRE SU PRIMER AMOR
Los ataques de Satanás a los efesios guardan una semejanza espectral
con las pruebas y herejías a las que nos enfrentamos hoy. La Biblia
nos muestra cómo superar la pérdida resultante del "primer amor".
El nombre Éfeso significa "deseable". Era una ciudad hermosa y opulenta que estaba situada en la desembocadura del río Caístro en la provincia romana de Asia. Tres caminos principales procedentes del oriente terminaban en Éfeso, donde existía también un puerto de aguas profundas. Con un puerto accesible a las embarcaciones de gran calado, Éfeso rivalizaba al puerto de Mileto. Éfeso era la ciudad más fácilmente accesible en Asia, tanto por tierra como por mar. Era un lugar ideal para que el apóstol Pablo iniciara sus actividades en esa región.

Éfeso tenía también un lado oscuro. Era una ciudad llena de idolatría, templos paganos e inmoralidad. Era el centro principal de la adoración a Diana.

Su ubicación se prestaba magníficamente para los esfuerzos evangelizadores en las ciudades y provincias cercanas. Pablo la utilizó como una base de predicación del evangelio y para establecer otras iglesias por todo el Asia Menor.

Pablo fundó la congregación en Éfeso a principios de los años cincuentas. Pocos años después, en un viaje de retorno de Macedonia cuando se dirigía apresuradamente de regreso a Jerusalén para observar la Fiesta de Pentecostés, les pidió a los ancianos que se encontraran con él en la ciudad cercana de Mileto (Hechos 20:16-17).

Esa fue la última ocasión en la que vería personalmente a esos hombres, varios de ellos ordenados personalmente por él. Conforme recordaba el pasado, sus comentarios se volvieron muy sobrios para el ministerio de Éfeso y para la iglesia: "Por lo tanto, estén atentos y cuiden de toda la congregación, en la cual el Espíritu Santo los ha puesto como pastores para que cuiden de la iglesia de Dios, que él compró con su propia sangre. Sé que cuando yo me vaya vendrán otros que, como lobos feroces, querrán acabar con la iglesia. Aun entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán mentiras para que los creyentes los sigan. Estén alerta; acuérdense de que durante tres años, de día y de noche, no dejé de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes" (Hechos 20:28­31, Versión Popular).

La perspectiva futura para la iglesia de Éfeso no era muy alentadora. Enseñanzas falsas serían introducidas por intrusos, al igual que por algunos de sus propios pastores.

Pablo se defiende
Pablo predijo el problema, pero eso no impidió que él hiciera todo lo que podía para resistir a las enseñanzas herejes y a sus maestros. Alrededor del año 60 d.C. él escribió a la iglesia de Éfeso y le recordó lo que Dios había hecho en sus vidas, y de dónde habían provenido: "Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia" (Efesios 2:1-2). Él los apremió para que conservaran la unidad y el amor del uno por el otro. La introducción de la herejía en la iglesia crearía divisiones y un espíritu de partidismo.

La verdadera fuente de este ataque era Satanás. ¡Debían resistirlo con férrea determinación! "Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:10-12).

Alrededor de ese mismo tiempo, Pablo amonestó a Timoteo: "A Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor. Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora" (1 Timoteo 1:2-4). Algunos en Éfeso de seguro ya se habían empezado a desviar de las enseñanzas verdaderas.

Hacia el final de primer siglo
El apóstol Juan escribió los últimos libros del Nuevo Testamento. Él fue el último sobreviviente de los 12 apóstoles originales que Cristo había escogido para asistirlo en la fundación de la iglesia del Nuevo Testamento. En su ancianidad las autoridades romanas le habían exiliado a la isla de Patmos entre los años 94 y 95 d.C. El emperador Domiciano persiguió la iglesia cristiana por todo el imperio hasta cuando fue asesinado en el año 96. Patmos era uno de varios lugares donde Roma encarcelaba a los ofensores cuyos crímenes no eran lo suficientemente serios como para aplicarles la pena de muerte. La ofensa de Juan era la predicación de la palabra de Dios y su testimonio acerca de Jesucristo (Apocalipsis 1:9).

En esta isla le fue revelado al apóstol información acerca de lo que la iglesia y los gobiernos del mundo experimentarían en el tiempo antes y después de la segunda venida de Cristo. La información la recibió mediante una visión. El mensaje que le fue dado se encuentra en el libro que llamamos el Apocalipsis.
A él se le dijo: "Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea" (v. 11).

Estas siete iglesias en Asia Menor se encontraban en lo que parece haber sido una ruta postal. ¿En qué condición se encontraba la iglesia de Éfeso que Pablo había establecido?

Notemos lo que Cristo dijo acerca de esta iglesia: "Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado" (Apocalipsis 2:1­3).

Cristo expresa su aprecio por sus obras, su trabajo. La palabra griega traducida como trabajo es kopos, lo que quiere decir obra laboriosa o faena que causa cansancio. No había sido fácil para ellos durante los pasados 50 años o más. Tuvo que haber habido muchas víctimas espirituales, mas este remanente se había mantenido firme en "el Camino".

Él también menciona estar consciente de su paciencia o perseverancia. Ellos habían llevado esas cargas y responsabilidades; habían laborado y no se habían dado por vencidos. Ya no era esta una congregación joven. La paciencia o perseverancia implica el paso del tiempo; ya había cumplido muchos años de servicio.
Hoy muchos de nosotros podemos mirar hacia atrás a la Fiesta de los Tabernáculos en los años sesentas cuando un ministro les preguntaba a los reunidos: "¿Cuántos de ustedes están aquí por primera vez?" Muchas personas alzaban la mano. Luego, después de varias preguntas decía: "¿Cuántos han asistido a la fiesta por 30 ó 40 años?" Muy pocos alzaban la mano. Hoy, cuando se hace esta pregunta, gran parte del auditorio ha asistido por 30 años o más. Hoy la Iglesia de Dios no es ya una iglesia joven.

Historia reciente
En Apocalipsis 2:2, Cristo habla acerca de lo que tuvieron que experimentar; eran las mismas cosas de las que Pablo les había advertido. "Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos".

Gente perversa se había introducido entre ellos y algunos se habían hecho pasar por ministros de Jesucristo, pero habían traído enseñanzas herejes con el propósito de menoscabar la verdad. Sus enseñanzas estaban basadas en mentiras religiosas.

Muchos de sus pastores se habían alejado de la verdad para enseñar mentiras. Juan les había escrito diciéndoles que probaran los espíritus para saber si eran de Dios o no (1 Juan 4:1). Sus propios guías espirituales estaban ahora poniendo en tela de juicio las verdades fundamentales a las que los efesios se habían dedicado durante toda su vida.

Estos cristianos habían sido asaltados con las obras y doctrinas de los nicolaítas. Muchos eruditos creen que los nicolaítas fueron los precursores de los nósticos. La herejía nóstica tuvo un gran impacto en la iglesia en los primeros siglos. Ellos mezclaron la filosofía griega, incluso la antigua enseñanza pagana de la inmoralidad del alma, con las enseñanzas de Cristo y de Pablo. También hablaron en contra de los escritos y las leyes del Antiguo Testamento. Debido en parte a los esfuerzos de estos grupos, la iglesia cristiana que el mundo vio en los siglos segundo y tercero fue muy diferente de la del primer siglo.

Cicatrices de la batalla
¿Qué le sucede a una congregación cuando sus dirigentes la traicionan? Estos eran hombres a quienes se les admiraba, de quienes se esperaba que enseñaran, exhortaran y alentaran. ¿Cómo le afecta a uno esto mental y espiritualmente? No pudo menos que ocasionar un terrible efecto en muchos de la congregación de Éfeso, debilitando su celo espiritual, su asistencia en el sábado y su estudio de las Escrituras. Ellos habían sobrevivido, pero habían recibido heridas que dejaron sus cicatrices.

"Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor" (Apocalipsis 2:4). La mayoría de nosotros hemos experimentado ese "primer amor" por la verdad. Teníamos hambre y sed del estudio de la Palabra de Dios. ¡Anhelábamos aprender la siguiente nueva verdad! Lo que estábamos aprendiendo era tan emocionante que nos quemábamos las cejas por aprender más. Cristo dice que esto es lo que ellos habían abandonado. Esto era comprensible debido a lo que habían experimentado. Habían comenzado con gran emoción y amor por la verdad, pero la traición interna, las batallas espirituales, habían sofocado mucho de su entusiasmo por la religión.

Por lo tanto, Cristo les dice: "Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido" (v. 5).
No sabemos cómo respondieron ellos a este mensaje, pero sí sabemos que hoy no existe una congregación de la Iglesia de Dios en Éfeso.

Y ¿qué de nosotros? ¿Hemos perdido algo de nuestro primer amor? En nuestra breve historia ha habido muchos pueblos y ciudades donde hubo congregaciones de siervos de Dios y donde ya no las hay. Cristo les dijo a los efesios que volvieran a sus primeras obras, aquellas cosas que habían hecho al principio. ¿Cuántos del pueblo de Dios han abandonado las verdades fundamentales? Él les está diciendo que vuelvan a esas cosas que abandonaron.

Jeremías amonestó a la antigua Judá: "Así dijo el Eterno: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos" (Jeremías 6:16).

En los últimos años muchos se han encontrado en una encrucijada espiritual preguntándose qué camino debían tomar. Dios dice, preguntad por las sendas antiguas. Podrán ser antiguas, pero son tan verdaderas como siempre lo fueron. Judá rehusó y pronto se encontró en esclavitud en la tierra de Babilonia. Nosotros no debemos negarnos a escuchar y atender, no sea que nuestro candelero sea quitado.

Es posible recobrar el primer amor. Con oración y estudio, aquel amor por Dios y sus verdades puede reavivarse. Él está muy deseoso de restaurar una relación íntima con su pueblo: "Los ojos del Eterno contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él" (2 Crónicas 16:9).

Hubo un tiempo en el que David se dio cuenta de que se había alejado de Dios. Ya no sentía aquel gozo que había tenido anteriormente. Él oró con fervor: "Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente" (Salmos 51:12). David fue reconciliado con Dios y le sirvió en forma fiel y celosa por el resto de su vida.

Dios prueba a los herederos de su reino. Si encaramos y respondemos a las tribulaciones y pruebas de manera correcta, éstas pueden madurarnos. "Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. Pero procuren que esa fortaleza los lleve a la perfección, a la madurez plena, sin que les falte nada" (Santiago 1:2-4, Versión Popular).

A medida que maduramos va aumentando nuestra capacidad de adquirir un entendimiento más profundo de la santa Palabra de Dios. Cuando éramos nuevos en la iglesia devorábamos la leche de la Palabra; ahora estamos listos para el alimento sólido de la Biblia. Estando preparados para recibir las verdades más profundas, éstas pueden parecernos más emocionantes. El primer amor del estudio ha sido restaurado, pero ahora ha aumentado nuestra capacidad para aprender.

Pablo oró por los efesios de esta manera: "Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo . . . para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios" (Efesios 3:14-19).

Si volvemos al estudio diligente de las Escrituras y le pedimos a Dios que nos restaure el hambre espiritual por sus maravillosas verdades, él nos escuchará y nos contestará. "Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama a la puerta, se le abre" (Mateo 7:7-8, Versión Popular).

Dios está más deseoso de compartir con nosotros las buenas cosas que él tiene de lo que nosotros estamos en compartirlas con nuestros hijos: "Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan!" (v. 11).

Entonces, cuando estudiamos será como si Dios nos estuviera hablando directamente, y seremos edificados por la esperanza que ha motivado a los fieles siervos de Dios a lo largo de la historia.
"Cuando me hablabas, yo devoraba tus palabras; ellas eran la dicha y la alegría de mi corazón, porque yo te pertenezco, Señor y Dios todopoderoso" (Jeremías 15:16, Versión Popular).


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