Probablemente tú eres una de las
miles de personas que se preguntan el por qué de la prohibición de la
marihuana. Más allá de lo ridículo que resulta, si se mira objetivamente, que
los sistemas gubernamentales se hayan autoasignado el poder de prohibir nuestra
interacción con una planta, lo cierto es que si nos remitimos a los efectos del
cannabis en la salud física y social, la interrogante se vuelve aún más
notable.
¿Por qué es ilegal consumir
marihuana si múltiples estudios han confirmado que sus efectos son menos
dañinos que los del consumo de tabaco para el organismo humano, y que sus
consecuencias sociales son notablemente menos negativas que las del consumo de alcohol?
¿Por qué se prohíbe el cultivo de esta planta si está comprobado que puede
aportar múltiples beneficios desde un plano medicinal, hasta la manufactura de
productos imprescindibles como el papel, la ropa, o incluso proveer de
elementos necesarios para la construcción y la gastronomía?
A continuación, repasemos algunos
datos históricos que ponen en evidencia el valor que otorgaban las sociedades a
esta planta, previo a su prohibición. La mayoría de estos datos, que
corresponden a Estados Unidos ya que este país fue el principal promotor de su
prohibición a nivel mundial, pueden verificarse a través de fuentes de
conocimiento tradicionalmente legitimadas, como la Enciclopedia Británica, la
cual por cierto durante 150 años fue impresa en papel de cáñamo:
- Todos los libros de texto
escolares, en Estados Unidos, estaban impresos en papel de cáñamo hasta 1830.
- Los primeros mapas, biblias, e
incluso la constitución estadounidense fueron impresas con papel de cáñamo.
- En algunos estados del país era
obligatorio el cultivo de cannabis en los siglos 16 y 17, debido a los enormes
beneficios que esta planta implicaba como materia prima.
- El cáñamo fue fundamental para
la navegación durante siglos, ya que el 90% de las cuerdas que se utilizaban en
esta práctica eran elaboradas con este material.
- Previo a la introducción del
algodón en 1820, el 80% de la ropa y telas en general eran elaboradas a partir
de esta planta.
- Los primeros registros de
cultivo de cáñamo datan de hace por lo menos cinco mil años en la antigua
China.
- La mayoría de las obras de
Rembrandt, Van Gogh, Monet, y muchos otros, se pintaron sobre materiales hechos
a base de cáñamo.
En 1916 el Departamento de
Agricultura de EUA predijo que para 1940 todos los libros serían impresos en cáñamo,
lo cual implicaría que no se tendrían que talar más árboles.
Esta confirmado que una hectárea
cultivada con cáñamo produce 4 veces más papel que el mismo área plantado con
árboles, y que el proceso de extracción requiere de entre 4 y 7 veces menor esfuerzo
en maquinaria, lo cual se traduce a su vez en menor contaminación.
Algunas de las pinturas y
barnices de mayor calidad eran elaboradas a partir de la semilla de la cannabis
hasta 1930.
Henry Ford, fundador de la
armadora de coches del mismo nombre, construyó su primero modelo de automóvil
utilizando cáñamo como principal materia prima y estaba diseñado para operar
con combustible también generado a partir de esta planta.
Criminalización
La criminalización de la
marihuana en Estados Unidos tuvo sus primeros antecedentes en 1906, en el
Distrito de Columbia, con la primer regulación en torno al cultivo de esta
planta. Posteriormente, siguieron Massachusetts (1911), Nueva York (1914) y
Maine (1914). Mientras que en 1913 California pasó la primera ley de
prohibición de marihuana y Wyoming (1915), Texas (1919), Iowa (1923), Nevada
(1923), Oregon (1923), Washington (1923), Arkansas (1923) y Nebraska (1927) le
siguieron. Ya en 1932 se creó el Uniform State Narcotic Act para invitar a los
gobiernos estatales a que se unieran, sin excepción, a esta campaña nacional
por criminalizar o al menos regular el uso de marihuana.
Cuatro años después, en 1936,
durante la Convention for the Suppression of the Illicit Traffic in Dangerous
Drugs llevada a cabo en Ginebra, Estados Unidos promovió ante el resto del
mundo, a través de su Federal Bureau of Narcotics, un tratado de
criminalización de cualquier actividad relacionada a la marihuana, la coca, y
el opio (incluidas su cultivo, producción, manufacturación y distribución), con
excepción de contextos médicos y científicos. El Artículo 2 de esta convención
invitaba a todos los firmantes a castigar severamente, en particular con penas
que implicaran la privación de la libertad, a toda aquella persona que se
involucrara con estas actividades neoilícitas. Sin embargo, muchos países
presentes se negaron a suscribir ciertos apartados del tratado, y Estados
Unidos, principal promotor de la convención, se negó a firmar alegando la
flaqueza del resto de las naciones, sobre todo en asuntos relacionados a la
extradición y la confiscación de bienes ligados al tráfico de drogas.
Al analizar la historia se puede
percibir como un gesto bastante raro, incluso esquizofrénico, la transformación
de posición estadounidense frente a la marihuana. Súbitamente Estados Unidos
pasó de vivir un romance idílico con la cannabis, a promover enérgicamente su
prohibición, castigo, y cuasi satanización. Sin duda, existe un eslabón perdido
que no aparece en la historia oficial y que tiene que ver con la presión de las
corporaciones (esas abstractas y todopoderosas entidades que hoy controlan
buena parte del planeta y que ya a principios del siglo XX comenzaban a
consolidarse como una fuerza aun más influyente que el propio gobierno).
Corporaciones vs. Cannabis
Como podemos ver el cannabis es
una planta flexible, multifacética, y con diversas cualidades. A partir de ella
se pueden generar desde combustibles y aceites comestibles, hasta ropa y todo
tipo de telas, pasando por cuerdas y, por supuesto, papel. Sin embargo,
precisamente estas bondades de la planta eran las que más incomodaban a las
corporaciones que estaban monetizando frenéticamente mercados como el del
abastecimiento de papel industrial, el algodón y los hidrocarburos. Al parecer,
en un principio, fueron principalmente dos corporaciones las que se volcaron
por completo para promover la prohibición de esta planta: DuPont y la Hearst
Company (propiedad de William Randolph Hearst, en quien se inspiró el film de
"Citizen Kane").
El banquero Andrew Mellon, quien
se convirtió en el tesorero del gobierno del presidente Hoover, era uno de los
principales inversionistas de DuPont, actualmente una de las mayores
corporaciones del mundo y que en la época de 1920 a 1940 estaba consolidándose
en el negocio de los petroquímicos y de los polímeros. Para ambas ramas de
mercado, el cannabis resultaba una seria amenaza pues de esta planta podían
derivarse tanto fibras naturales que redujeran el consumo de nylon, uno de los
productos clave de DuPont en esos años, como de combustible vegetal que
amenazaba su apuesta por los hidrocarburos. En este sentido, DuPont tenía claro
que una de las premisas de su estrategia de mercado tenía que anular la
presencia del cáñamo. Siendo secretario del Tesoro, Mellon influyó para que su
sobrino Harry J. Anslinger fuese nombrado en 1930 como el primer comisionado
Federal Bureau of Narcotics. Y a pesar de que el cabildeo en contra del
cannabis ya llevaba poco más de dos décadas, lo cierto es que cuando Anslinger
llegó al FBN comenzó la verdadera guerra.
Por otro lado, la otra industria
que se sentía gravemente amenazada por la presencia del cáñamo era la papelera.
La Hearst Company controlaba buena parte de la producción de papel, e incluso
era el principal proveedor del área de productos de papel de la hoy
multinacional Kimberly Clark. Hearst, un despiadado hombre de negocios, no
tardó en darse cuenta, al igual que DuPont, de la necesidad de eliminar al
cáñamo del mercado, y junto con otros empresarios presionaron al gobierno, a
través del FBN para que se criminalizara por completo el cultivo de esta
planta. Incluso Hearst, el legendario magnate de los medios impresos, puso a
disposición su ejército de diarios para promover una campaña cultural en contra
del cannabis, y como parte de esta iniciativa se adoptó por primera vez el
nombre de marihuana, una palabra con fonética recordable, breve y precisa, para
designar a esta ahora "diabólica" planta (por cierto, un término que
hasta entonces era solamente utilizado en el argot popular de México).
Otro actor que desempeñó un papel
fundamental en este proceso fue la ya entonces consolidada industria del
tabaco. En esa época la cultura americana ya había adoptado integralmente el consumo
cotidiano de cigarrillos. Sin embargo, las grandes tabacaleras habían
comprobado que el consumo de tabaco entre la población que fumaba cannabis era
menor que en aquellos que solo consumían su producto. Por otro lado, los
fumadores de esta planta jamás de someterían a un mercado industrial, ya que
era relativamente fácil cultivarla caseramente y autoabastecer su consumo
personal sin recurrir a una marca industrial. Por el contrario, la siembra de
tabaco era mucho más compleja y requería de una extensión de tierra suficiente
para cultivarse y no solo de un par de macetas. Tomando en cuenta esto, y ante
el poco futuro comercial que se percibía en el rubro del cannabis, las grandes
tabacaleras no dudaron en apoyar la cruzada en contra de la marihuana.
Finalmente, no podemos dejar de
mencionar a la siempre oscura industria farmacéutica, conocida como el Big
Pharma, y que consciente de las propiedades medicinales que la marihuana
ofrecía a la población también la percibió como una amenaza contra sus intereses
comerciales. Se tienen confirmados múltiples beneficios médicos que contiene la
cannabis, entre ellos el combate al glaucoma, la prevención de Alzheimer, y la
reducción del dolor del síndrome pre menstrual entre las mujeres, por mencionar
solo algunos. Contra todos estos males el Big Pharma ha desarrollado
medicamentos sintéticos que en muchos casos han probado ser menos efectivos, o
al menos mucho más costosos que tratarlos con marihuana. De hecho, esta misma
postura de las farmacéuticas alude a un fenómeno actual con la campaña que
busca volver ilegal el uso de plantas medicinales en Europa como sustituto de
medicamentos.
Aunque no ha sido comprobado, se
dice que Anslinger se reunió con algunos de los más poderosos empresarios del
momento, entre ellos obviamente representantes de las tabacaleras, DuPont y el
propio W.R. Hearst, para pactar una guerra frontal contra la marihuana, y
diseñar una campaña mediática que imprimiera el imaginario colectivo con una
nueva idea: la marihuana es una planta nociva para la salud y para la sociedad,
y su consumo, cultivo y distribución debe ser tenazmente descalificado,
denunciado y perseguido.
A continuación, se instauró una
de las mayores cruzadas de manipulación mediática en la historia. Decenas de
diarios se empeñaron en desatacar los “horrores” de la marihuana y la población
aprendió que esta planta era responsable directa de todo tipo de sucesos
negativos, desde asesinatos y accidentes automovilísticos, hasta la pérdida de
moral. El cine mainstream también se unió a la campaña con Films como ‘Reefer
Madness’ (1936), ‘Marihuana: Assassin of Youth’ (1935) and ‘Marihuana: The
Devil’s Weed’ (1936), todas ellas promoviendo la satanización de la marihuana
y, aunque lo hacían de una manera que hoy nos parece cómica o altamente
caricaturesca, lo cierto es que fue una movida bastante eficiente para generar
una percepción profundamente negativa entre la población. Básicamente el
discurso giraba en torno a conceptos bastante rudimentarios, pero que para la
sociedad de ese momento fueron más que suficientes: “un narcótico violento”,
“efectos multi-destructivos”, “un enemigo público”, etc.
Nuestros días
En poco tiempo, la movilización
mediática en Estados Unidos en contra del cannabis comenzó a impactar a la
población de otros países. Y esto, sumado a la dominante influencia política de
este país en el escenario internacional, derivó en que eventualmente la gran
mayoría de los países fueron adoptando medidas y discursos similares. Con el
tiempo la legislación antimarihuana fue sofisticándose y endureciéndose, hasta
nuestros días. Actualmente, si bien es ya prácticamente imposible convencer a
una persona con los primitivos argumentos sobre los que originalmente se fundó
la campaña de desprestigio contra la ganja, lo cierto es que el marco legal ha
sido afinado para obstaculizar la posibilidad de legalizarla y también la
propaganda ha sido “refinada,” pero en ningún momento ha cesado (basta recordar
las pasadas votaciones en California, donde incluso en contra de todos los
pronósticos no se logró legalizar).
Fuente (pijamasurf.com)
Editor: Teólogo-Informático Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/