La angustia de Lorena por no conseguir la leche y los pañales para su
hijo, la preocupación de Carlos por no hallar el tratamiento para su padre
enfermo de cáncer, la desdicha de Sara porque un delincuente le arrebató la
vida a su esposo. En Venezuela, cualquiera es Lorena, Carlos o Sara. Nadie
escapa del drama que implica vivir en un país en el que no se garantizan
derechos humanos básicos como la alimentación, la salud y la seguridad.
Pero las dificultades diarias que enfrenta el
venezolano parecen interminables. Además de las colas para adquirir comida, es
necesario “rendir” el dinero por una inflación disparada. El aumento de la
gasolina decretado por el presidente Nicolás Maduro y la nueva devaluación de
la moneda, auguran un incremento de precios en todos los ámbitos que según
economistas dudosamente pueden ser soportados por un aumento de salario de 20 %.
Ahora súmele bañarse con tobo por el racionamiento de agua y esperar a que no
se dañen los electrodomésticos por los apagones.
Ante un panorama desolador, psicólogos sostienen
que el venezolano ha cambiado. La grave crisis económica, política y social en
el país, y la falta de soluciones, dejó en segundo plano el optimismo que lo
caracterizaba. Es por ello que la hostilidad, irritabilidad, frustración y
ansiedad no solo es evidente en la calle, sino también en el trabajo y en el
hogar.
Pablo Canelones, psicólogo clínico y
psicoterapeuta, afirma que la crisis en Venezuela cumple con las tres
condiciones necesarias que definen al estrés crónico y agudo: son situaciones
materiales, psicológicas o sociales nuevas; son evaluadas por las personas como
amenazantes o desbordantes de los recursos individuales para solucionarlos y,
por último, ponen en peligro su bienestar psicofísico y social.
“Esta situación de estrés sin posibilidad de
descarga resolutiva, genera una serie de alteraciones fisiológicas y psíquicas
que mantenidas en forma crónica pueden complicarse con trastornos somáticos o
psiquiátricos”, sostiene.
Los efectos son desde intranquilidad, insomnio,
desasosiego, dificultad para concentrarse, pérdida de apetito y aislamiento,
hasta alteraciones psicopatológicas como los trastornos de angustia, estrés
postraumático, ataque de pánico, ansiedad generalizada, además de trastornos de
somatización y depresiones.
Vivir bajo estrés crónico hace a la persona más
irritable, por lo que puede reaccionar de forma desproporcionada a cualquier
estímulo cotidiano, advierte Canelones: “Lo más dramático y doloroso es que el
otro no es solo un desconocido sino un potencial ‘enemigo’ político o un
agresor y no una persona diferente por conocer”.
El estrés crónico genera agotamiento físico y
mental, e igualmente se puede complicar con cuadro depresivo que requiere
atención especializada.
“Las personas somos una unidad psicosomática,
porque las variables psicológicas se encuentran íntimamente ligadas a los
órganos y sistemas del cuerpo e influyen en la salud o enfermedad. El estrés
crónico se encuentra dentro de los factores que predisponen a muchas
enfermedades, desde el resfriado común hasta situaciones más complejas como los
trastornos metabólicos, cardiovasculares, autoinmunes y el cáncer”, explica.
Agrega que incluso se ha reportado en la literatura científica que enfermedades
crónicas como el lupus, la artritis reumatoide y la esclerosis múltiple
generalmente están precedidas por situaciones de alto estrés.
El sufrimiento
Marisabel Parada, fundadora de Psicólogos sin
Fronteras, afirma que cuando situaciones adversas persisten por mucho tiempo se
convierten en eventos traumáticos y la persona siente que es incapaz de
enfrentar la situación. Lo resume en una palabra: sufrimiento.
“El estrés crónico es un estado de tensión
emocional continuo y persistente. Cuando dura muchos meses y años, puede llevar
al sufrimiento, que es un sentimiento existencial, un sentimiento íntimo de
hondo pesar en el que la persona se siente sin capacidad para resolver las
situaciones y enfrentar la vida”, afirma.
Lo ejemplifica de esta manera: “Una persona con
estrés crónico podría decir ‘no me alcanza el tiempo, vivo corriendo, tengo
muchas cosas que hacer’. Sin embargo, una persona que sufre puede decir ‘Para
qué habré amanecido viva”.
La profesora de la Facultad de Medicina de la
Universidad Central de Venezuela indica que estos estados pueden provocar
graves secuelas en la salud.
“El estrés puede provocar hipertensión, asma,
dolor de cabeza o problemas cardiovasculares, entre otros males. Pero cuando es
sufrimiento, altera el sistema inmunológico y causa enfermedades como el
cáncer. El sufrimiento viene de una depresión de larga data”, agregó.
La inseguridad
La inseguridad es otra de las causas que puede
provocar trastorno o síntomas aislados de estrés postraumático porque un
acontecimiento puso en riesgo su vida o la de otro. El trastorno se caracteriza
por un aumento de la activación fisiológica y psíquica, evitación y
reexperimentación del hecho.
El drama humano, de acuerdo con Canelones, es que
algunos comportamientos que pueden ser considerados patológicos pueden resultar
“adaptativos” en un ámbito social de alta peligrosidad.
“Es patológicamente ‘adaptativo’ no permitir que
se acerque ningún desconocido en la calle, no salir de noche o no atender el
teléfono en el carro. Nos transformamos en una población con usos y costumbres
muy peculiares para asegurar la supervivencia”, ratificó el psicoterapeuta.
Marisabel Parada agrega que el estrés
postraumático por una situación de emergencia, como un atraco, hace que la
persona esté en estado de alerta permanente ante otra posible amenaza.
“Estás en alerta continua, lo que se llama
hipervigilancia. Sientes un temor constante de que volverá a ocurrir. Esos
síntomas de ansiedad se empiezan a reflejar con una tensión motora continua,
estás irritable, impaciente y alterado. Aunque ya la persona salió de esa
situación, se le queda instalada una sensación de desasosiego y anticipación,
por creer que le volverá a pasar”, explicó.
En la pareja
Las consecuencias de la crisis se pueden
manifestar de diferentes maneras en la vida sexual de las parejas por la
presencia del estrés crónico. Canelones afirma que puede presentarse inhibición
del apetito sexual, dificultad en la respuesta sexual o anorgásmica,
dificultades de erección en el hombre y dolor durante el coito en la mujer.
“Estas alteraciones son reversibles e incluso se
pueden presentar en forma aislada o intermitente. Cuando existe adecuada
comunicación y relación en la pareja esta situación suele resolverse con
facilidad, pero tiende a complicarse cuando la relación es inadecuada”, indica
el psicólogo clínico.
Agregó que se registra con frecuencia el
desencuentro entre las parejas por posiciones políticas irracionalmente
irreconciliables que son llevadas al ámbito de la intimidad.
La retórica política
En medio de una grave crisis, la violenta retórica
de quienes gobiernan en el país tampoco contribuye con la salud del venezolano.
Pablo Canelones considera que en el ciudadano hay
sentimientos encontrados porque entiende que hay comportamientos inducidos
artificialmente para generar un desencuentro entre la población con fines
eminentemente políticos.
“Esos comportamientos nada tienen que ver con el
gentilicio venezolano. Solo hay que ver la verdadera esencia del venezolano en
espacios de manifestaciones religiosas o de diversiones en donde no esté
presente el discurso político”, argumentó.
El psicólogo clínico sostiene que el discurso de
la separación en grupos irreconciliables es un recurso ideológico que tiene una
función de ocultamiento, pero que de acuerdo con las circunstancias puede ser
efectivo o no.
“Cuando tienes satisfechas por cualquier vía las
necesidades básicas es muy fácil asumir cualquier discurso ideológico, pero
cuando se impone la dificultad para conseguir esa gratificación, se imponen las
soluciones concretas”, indica.
La salud: un equilibrio
María Yanes, ex presidenta y miembro del Consejo
Consultivo de la Red de Sociedades Científicas Médicas Venezolanas, explica que
la salud no solo se refiere a no padecer una enfermedad, sino al equilibrio de
tres factores: físico, psicológico y biopsicosocial.
“Debe existir una adecuada integración. Si una de
las tres cosas se altera, una persona no está completamente sana”, indica.
Explica que es difícil que exista la armonía
necesaria entre el cuerpo y la mente si se vive bajo un estrés permanente, no
se pueden satisfacer las necesidades básicas y se hace cada vez más cuesta
arriba tener momentos de recreación y esparcimiento.
Cómo sobrellevarlo
Los psicólogos Pablo Canelones, Marisabel Parada y
María Yanes coinciden en que son sanos y necesarios los momentos de distensión
en medio del agobio que producen las circunstancias negativas.
“Hay que relajarse, recrearse, salir con los niños
al parque, ir al cine, tomarse un café. Es importante estar en armonía con la
familia. Hay que tener más recursos para afrontar las cosas, alimentarnos el
alma y seguir adelante”, sostiene Parada.
Agregó que es fundamental la expresión del sentimiento:
“Los psicólogos creemos en eso, en la catarsis. Sientes que te curas un poco
cuando hablas con otro”. Además, recomienda técnicas de relajación y disfrutar
de la naturaleza.
Yanes, por su parte, indica que cuando una persona
llega a un punto de estrés importante debe solicitar ayuda profesional.
“Es fundamental canalizar esas emociones. La
psicoterapia ayuda muchísimo, con medicación que solo puede recetar un
profesional preparado”, aclara.
Para Canelones, es importante equiparse en
estrategias para protegerse del estrés en términos individuales y en términos
sociales. A su juicio, es el tiempo de la subversión del amor.
“Cuando el ‘orden’ generalizado es un
comportamiento que facilita el desencuentro, la desconfianza, la individualidad
y la desesperanza, el amor como fuerza de encuentro, solidaridad, cooperación,
para la solución de los problemas comunes, es una forma de rescatar nuestra
propia dignidad, en términos de merecimiento. No olvidemos que la salud es un
estado de gracia que permite el desarrollo pleno como seres humanos”, concluyó.
Publicado en El Nacional:
Editor: Teólogo-Ingeniero Informático: Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
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