Por: Andrea Pacheco | Martes,
28/06/2016 08:12 PM
La construcción de ciencia y
conocimiento es un aliento vital para la humanidad, una larga historia de observación
y transformación de la naturaleza que se ha ido complejizando aceleradamente.
La revolución reabrió consigo una
serie de discusiones invisibilizadas en estos ámbitos. Nos convocó a repensar
las universidades, discutir los pensum de estudio, reorientar las líneas de
investigación, cambiar el modelo de construcción del conocimiento y de las
formas de hacer ciencia en el marco del proceso transformaciones políticas y
sociales impulsadas por el proceso.
Por ejemplo enfrentarse a lo
anacrónico y autoritario de las estructuras universitarias existentes ha
impulsado históricamente al movimiento estudiantil a rebelarse contra la
imposición, a la persecución del pensamiento crítico, a la violencia con la que
reiteradamente se destruye la ¨universalidad de las ideas¨ esencia pura del
significado de universidad.
¿Qué han hecho de distinto a esto
las universidades creadas en revolución? ¿Cúal es la situación de los
institutos de investigación en la actualidad? ¿Se ha logrado, o al menos, ha avanzado
el proceso de transformaciones superadoras de la ciencia al servicio del
capital? En contraste a las limitadas formas de participación de las
universidades autónomas, las universidades del gobierno no tienen ninguna.
Tantos años los estudiantes chavistas nos hicimos los mejores defensores a la democratización
de las universidades, luchando por el voto paritario y la participación de los
trabajadores para luego quedarnos mudos ante unas instituciones universitarias
gubernamentales que ni siquiera tienen elecciones internas. Lo perverso del
voto 40-1 (proporción estudiante-docente) de las autónomas, es cuando menos
ultrademocrático ante la designación ministerial y las roscas políticas
intermedias que se ejecuta en las gubernamentales.
Mejor no hablar de las formas de
organización estudiantil las cuales se encuentran en un limbo institucional,
sin reconocimiento, e incapacidad de acciones vinculantes ante la ausencia de
mecanismo legales y fácticos para el ejercicio del poder gremial.
La demagogia ¨comunitarista¨
(distinta a la necesaria vinculación de la comunidad a la creación científica)
ha degenerado que algunos los centros de investigación se conviertan en brazos
asistencialistas y su orientación se ha trastocado en burdo maquillaje
científico de investigaciones que solo avanzan cuando se acomodan a las
políticas puntuales del gobierno.
Más grave aún se vuelve la
sistemática mutilación de la ciencia y el conocimiento en algunas instituciones
gubernamentales cuando se hace cotidiano el hostigamiento y la persecución de
los docentes, estudiantes e investigadores críticos. Es opuesto al carácter
universal del conocimiento y su construcción toda forma de coerción a las
ideas. Una institución que imparte y crea conocimiento es completamente
impotente cuando criminaliza la critica.
Los casos de persecución,
criminalización y despidos o expulsión de docentes, investigadores y
estudiantes en estas instituciones son cada vez más frecuentes y uno tras otro
son una nueva puñalada a nuestro ya malherido aparato investigativo. Una nuevo límite
se sobrepasó hace unos días cuando un Profesor del PGF de Economía Política de
la UBV agredió a dos estudiantes en plena clase. El lamentable incidente no es
un hecho aislado, es una escalada física de una violencia cotidiana, la
violencia que ejercen los que actúan como pranes de la academia, aquellos que
se creen los jefes de las ideas, que nos malandrean por poner en duda sus
verdades.
Su ejercicio cercenador reduce a
la academia en propaganda política, a los salones de clases en espacios de
reproducción de los discursos oficiales, y cuidado! todo aquel que piense
distinto puede ser castigado. Hay contenidos políticamente incorrectos, autores
que es mejor pasar por encima, temas que no pueden ser cuestionados, dudas que
es mejor no tener (o no expresar)
El camino que ha emprendido el
malandraje es de difícil retorno. Y es sumamente peligroso.
Aquellos que resistimos en las
universidades autónomas el abuso de poder y la discriminación por ser chavistas
tenemos una nueva tarea por delante. La perversa caricatura en la que se han
convertido algunas de las instituciones académicas del gobierno abre un frente
de lucha sumamente importante y urgente. El llamado a la ¨intelectualidad¨
chavista a pronunciase condenando los hechos de despidos de los profesores de
la UBV Omar Vázquez y Manuel Sutherland, por ejemplo, o el caso de la agresión
recibida por dos estudiantes de la misma casa de estudios (con registros
audiovisuales y denuncias en proceso) es un llamado a repudiar el asedio a la crítica
en las instituciones académicas del gobierno. A todos quienes sientan alguna
estima por la excelsa tarea de construir e impartir conocimiento.
Hoy para mi esa ¨intelectualidad¨
chavista está en comillas, con todo y lo mucho que respeto y admiro a varios de
los brillantes investigadores y profesores comprometidos en la defensa del
gobierno de Maduro. Está en comillas no en duda de sus capacidades, tampoco por
su definición política a pesar de mis diferencias, sino porque la gravedad de
lo que está sucediendo amenaza profundamente a las ideas. ¿Y que es un
intelectual sin sus ideas? ¿Qué es la revolución sin debate de ideas? ¿Cómo se
construye el un nuevo conocimiento si no es través de la crítica y la duda?
Editor: Teólogo-Ingeniero Informático: Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/