Lic: Roberto Romero Pereira
A lo
largo de la historia han existido grandes oradores y políticos que han expuesto
sus ideas con hermosos discursos.
Esta
mañana acabo de leer un discurso que considero una pieza maestra: El discurso
de Pablo de Tarso a los atenienses en el Areópago de Atenas.
Para mí,
que soy un gran admirador de todas las culturas, este discurso en medio del Areópago
supone un encuentro entre la cultura y la fe que llena mi espíritu de
admiración.
Copio: "Pablo, puesto en pie en medio del
Areópago, dijo: Atenienses, en todo os veo como los más religiosos. Pues al
pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar
en el que estaba grabada esta inscripción: "Al Dios desconocido".
Pues al que sin conocer adoráis es al que yo os anuncio. El Dios que hizo el
mundo y todo lo que hay en él, que, siendo Señor del cielo y de la tierra, no
habita en templos hechos por manos del hombre, ni es servido por manos humanas,
como si le faltara algo, el que da a todos la vida, el aliento y todas las
cosas. El hizo de un solo hombre, todo el género humano, para que habitase
sobre toda la superficie de la tierra, determinando los tiempos y los límites
de su morada, para que busquen a Dios, a ver si a tientas lo encuentran, aunque
no está lejos de cada uno de vosotros. Pues en Él vivimos, nos movemos y
existimos, como han dicho algunos de vuestros poetas."Pues somos de su
linaje".
Si somos, por tanto linaje de Dios, no debemos
pensar que la divinidad es semejante al oro, a la plata o a la piedra, vestigio
del arte y del ingenio del hombre. Dios, pues, pasando por alto los tiempos de
la ignorancia, avisa ahora a los hombres que se conviertan todos y en todas
partes, porque ha fijado el día en el que ha de juzgar la tierra con justicia
por medio del hombre al que ha destinado para ello, dando fe ante todos al
resucitarle de entre los muertos".
¡Qué
maestría y belleza! Pablo era un gran observador, un admirador de la cultura
griega, un conocedor de sus poetas, y comienza admirando y alabando lo que le
rodea. Apela luego a sus sentimientos y a su cultura y les lleva por la razón a
descubrir al Dios que está tan cercano a nosotros. ¡Qué argumento de razón más
extraordinario! Pero, Pablo, enamorado del Cristo de la Cruz les habla de su
mejor argumento de fe: la resurrección. No renuncia a decir la verdad de su fe.
"Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra fe" (dirá en otra
ocasión) No renuncia en su discurso a la verdad, y los atenienses o se mofan o
le dicen que ya le oirán en otra ocasión.
Gracias,
Pablo de Tarso, por este discurso tan bello y tan profundo.
Editor: Teólogo-Informático Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/
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