Rey de la Humanidad

 Hermoso Nacimiento, Cortesía de la Universidad Politécnica Territorial de Paria Luis Mariano Rivera

 (UPTP)-Carúpano Departamento de Cultura.

Ese niño impuso su palabra sin disfrazarla, expresándola abiertamente ante las multitudes

El nacimiento de Jesús continúa siendo el hecho más importante en la historia de la humanidad. La fuerza que se desató en Belén cambió por completo el sentido de la vida. Convirtió la pobreza en riqueza y la tristeza en alegría.

La revolución más plena que el hombre ha presenciado desde que inició  su marcha por la historia es la que lleva a cabo, aun hoy, aquel humilde carpintero.

El más elevado signo de autoridad en la especie humana en aquellos tiempos es el de rey.

El niño que nació  aquella noche, en la mayor pobreza y soledad, recibirá título de Rey, pero de un reino que no es de este mundo, que no caduca porque es eterno. Ese rey, que se impone por el amor y no por la fuerza, que no posee ejércitos, ni tierras ni tesoros, que se hace acompañar de personas sencillas, que se sienta a la mesa con los pecadores, que no devuelve golpe por golpe, que ordena a sus seguidores amar al enemigo, convoca a todas las gentes, de todas las razas, de todos los tiempos y les ofrece, sin límites, el don mas maravilloso del hombre: ¡la vida!

Ese niño impuso su palabra sin disfrazarla, expresándola abiertamente ante las multitudes. En el sermón de la montaña está anunciada la esperanza para los desesperados, la alegría para los tristes, la libertad para los perseguidos, la visión de Dios para los limpios de corazón, la posesión de la tierra para los mansos, la filiación divina para los pacificadores. Trato de imaginarlo en su túnica, blanca como los lirios, sudado de tensiones, abiertos los brazos, ofreciendo a todos la paz que pregonaba.

Me pregunto cómo sería la tonalidad de su voz, unas veces de trueno y otras de suave armonía, como garganta de pájaros. Pienso en su frente, navegada de surcos y transpirada de sudores. Lo veo alto y erguido como una referencia singular en medio de la multitud. Lo sigo desplazándose entre los hombres y mujeres que miran, absortos de sorpresas, al borde de lágrimas que anuncian la emoción que les crece desbocada.

La Navidad es tiempo de festejos y de reflexión. Tiempo para agradecer por la libertad que se vive y para pedir por la justicia que se anhela, para encomendar la humanidad a Dios, para pedir por el mundo, por la patria, por el pedazo de tierra donde estamos sembrados. Tiempo para tomar conciencia de que en la difícil lucha por la vida, no andamos solos ni desamparados, porque hay una estrella que desde Belén brilla para todos y para siempre.

Deduzco que al final de los tiempos. No sé cuando ni como, Dios se hará presente ante la humanidad. Entonces y solo entonces la vida, en Su presencia será eternamente feliz.

Editor: Teólogo-Informático Roberto RomeroPrensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/