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viernes, 4 de mayo de 2012

Socialdemocracia: Otra vez desde cero

Jorge Gómez Barata (especial para ARGENPRESS.info)

Admítanlo o no todos los socialistas son de alguna manera marxistas, mas no todos son comunistas. Las diferencias se relacionan con el credo y el radicalismo, con las metas, las tácticas y las estrategias; también con deformaciones de uno y otro lado y con altas dosis de mutua intolerancia.

A pesar de lo profundo de las diferencias y lo enconado de las contradicciones, ellas no suprimen las coincidencias. Salvador Allende quería para su pueblo aproximadamente lo mismo que Lenin para la humanidad, Nasser para el Tercer Mundo y Olof Palme para Europa. Parafraseando a Fidel Castro la dialéctica funciona mejor: “Nosotros hubiéramos sido como ellos y ellos habrían sido como nosotros”.

El socialismo de Tomas Moro y Saint-Simon dejó de ser utopía cuando Karl Marx aplicó a los estudios sociales e históricos los criterios de la economía política y de la lucha de clases y enfocó los esfuerzos por establecer la justicia social a partir de criterios científicos.

Desde entonces y hasta hoy, cuando no se asocian al poder, a la distribución de la riqueza y a conquistas económicas, el discurso a favor de la justicia social, la inclusión y la igualdad carecen de sentido. Incluso los cristianos que toman distancia de la lucha de clases admiten que la “justicia social hay que imponerla”.

Marx no descubrió la existencia de las clases sociales ni de la lucha de clases, sino que aceptó su existencia como mismo hicieron los líderes socialdemócratas contemporáneos suyos con los cuales dialogó y colaboró en la elaboración de la teoría y en la fundación de la Primera Internacional, hasta hoy la más genuina, legítima y eficaz organización internacional de trabajadores.

Lo que diferenció el enfoque de Marx de la socialdemocracia fue la idea de que las contradicciones de clases son insolubles y de que la lucha de clases conduce a la toma del poder por la clase obrera y al establecimiento de la dictadura del proletariado.

Esa visión fue abrazada por Lenin que la aplicó a la lucha política que condujo al triunfo de la Revolución Bolchevique. No obstante fuera del espacio ruso y de los momentos iniciales de la Revolución de 1917, en el resto de Europa, la consigna de la dictadura proletaria tuvo escasa capacidad de convocatoria. Tanto Lenin, para promover la NEP como Stalin renunciaron a ella.

No ocurrió lo mismo con el reformismo o socialismo socialdemócrata que, inconsecuencias aparte, logró insertarse en los esquemas políticos europeos, participar en la resistencia y sobrevivir a la ocupación fascista, intervenir, conducir o ejerce influencia en los gobiernos de posguerra y aprovechar 40 años de prosperidad económica para construir los estados de bienestar que en Alemania, Austria, Europa Occidental y Escandinavia se convirtieron en una especie de paradigma que sustanció evidentes conquistas populares y visibilizó carencias y déficit del socialismo real.

“El pecado de la socialdemocracia contemporánea -me comentó el profesor Jesús Arboleya- es haberse plegado al neoliberalismo, renunciando al estado de bienestar, si rectifica y retoma su proyecto político original, probablemente tenga futuro”.

Tal vez no ocurra tal cosa y el triunfo de Françoise Hollande en Francia sea más de lo mismo. Es cierto que la socialdemocracia puede no ser la solución; pero es difícil negar que es preferible a la derecha. No todos piensan de la misma manera y afortunadamente el juicio es electivo; por mi parte, prefiero otorgar el beneficio de la duda y equivocarme por cuenta propia. Allá nos vemos.



Editor: Teólogo–Informático: Roberto Romero PRENSA DIGITAL NOTIC-VOZ "EL CAJIGALENSE" Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/

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