Por. Teólogo/Ingeniero: Roberto Romero.
Entonces, el Estado, sea totalitario o democrático, existe sólo por el consentimiento de Dios. En el orden mundial presente, todos los gobiernos son instituciones humanas, que tienen la función divina de preservar la ley y el orden, y mantener la justicia y la protección del pueblo. Los gobiernos son ordenados por Dios, por lo que debieran gobernar en el temor de Dios.
Debido a las filosofías que tienen las iglesias evangélicas acerca de los gobiernos, creemos que debemos ser buenos y leales ciudadanos del País. A los cristianos evangélicos se les enseña que la obediencia civil es imperativa por lo que se hallan entre los mejores ciudadanos.
Abogamos firmemente por el pago de los impuestos, la conciencia cívica, el patriotismo, la obediencia civil y el cumplimiento de los servicios que no estén en pugna con los mandamientos y principios divinos. Cuando la ley del Estado entra en conflicto con los requerimientos divinos, la elección del cristiano es clara e inequívoca. Debe obedecer ante a Dios que a los Hombres (Hech.5:29). Esta posición se halla expresada con elocuencia en la siguiente declaración: Por la escritora E.G.W. “Hemos de reconocer los gobiernos humanos como instituciones ordenados por Dios mismo, y enseñar la obediencia a ellos como un deber sagrado. Dentro de su legitima esfera, pero cuando sus demandas estén en pugna con las de Dios, hemos de obedecer a Dios antes que a los hombres” (Los hechos de los apóstoles, p.56).
Hay asuntos en los cuales ningún estado tiene derecho a interferir, por cuanto en asunto de conciencia, basados en una orden divina, el estado es subordinado mientras que Dios es supremo. JESUS enuncio la premisa fundamental que determina la relación del cristiano con el gobierno cuando declaro. “Dad a Cesar lo que es de Cesar, y a Dios lo que es de Dios” (Mat.22:21). El rendir al Estado lo que está dentro de su debida prerrogativa, está plenamente aprobado por la Escritura y apoyado por los cristianos.
Los cristianos evangélicos, se adhieren a la afirmación bíblica de que todos los gobiernos están ordenados por Dios para cumplir ciertas funciones esenciales. Sin embargo, el hecho de que los gobiernos son ordenados por Dios no implica que Dios siempre apruebe la conducta de algunos gobiernos. Además, mientras los cristianos deben contarse entre los mejores ciudadanos; entre los más leales y mejores cumplidores de la ley, no pueden dar a Cesar lo que por derecho corresponde a Dios. Cuando los requisitos del gobierno son contrarios a las leyes de Dios, el cristiano, a plena conciencia, obedecerá a Dios antes que a los hombres.
Además, los cristianos no recurren a la fuerza ni a la violencia para librase de los gobiernos indeseables, porque esta conducta no concuerda con la misión de la iglesia. En las formas democráticas de gobierno, donde el pueblo, ejerciendo su derecho político elije a sus gobernantes, los cristianos tienen la responsabilidad mediante el proceso electoral, a elegir a sus dirigentes. Sin embargo, la designación o eliminación de los gobernantes es la prerrogativa suprema de Dios.
Como cristianos mantenemos la tradición de la iglesia primitiva acerca de su doble ciudadanía. En primer lugar, los cristianos son ciudadanos del reino de Dios, y están sujeto en forma absoluta a los requisitos de ese reino espiritual. Simultáneamente son ciudadanos de las instituciones humanas del orden actual.
Entonces es responsabilidad de los cristianos a poyar a los gobernantes en el cumplimiento de sus requisitos, ser leales y patriotas - en todo lo que no entre en conflicto con los imperativos divinos, llevar una vida sana y obediente que sea un crédito para la comunidad en donde residen, mientras esperan el nuevo mundo cuyo Arquitecto es Dios. Así, el cristiano puede ser ciudadano de la tierra y a la vez ciudadano del reino de Dios.
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