General Carlos
Peñaloza
ND, 19 Diciembre,
2012
*** Fidel Castro
instaló en el CNE un sistema informático cuya clave está en manos de Cuba, por
el cual es físicamente imposible que Gobierno pierda elecciones, tema que el
autor comenzó a desarrollar la semana pasada y ahora entra en materia.
Tras la llegada
de Hugo Chávez al poder en 1998, Fidel Castro llamó a Ramiro Valdez, el
Ministro de Informática y Comunicaciones cubano, para darle unas instrucciones
secretas. Valdez debía enviar a un alto jefe del G2 experto en informática a
analizar el sistema electoral venezolano.
opinan los
foristas
El objetivo
cubano era garantizar la perpetuidad de Chávez en el poder, lo que permitiría a
Castro disfrutar del financiamiento venezolano y proseguir su estrategia de
expansión comunista a toda Hispanoamérica. Para lograr este propósito era
indispensable controlar el sistema de votación automatizado del CNE
infiltrándole un caballo de Troya.
Al regresar a
Cuba, el experto cubano presentó un informe técnico destacando que, para el
desarrollo del plan previsto, había que sacar de juego a INDRA, la empresa multinacional
a cargo de las elecciones electrónicas en Venezuela. Adicionalmente el Gobierno
debía tomar el control total de CANTV, porque INDRA no se iba a prestar a las
propuestas de cambio del software y control externo que ellos tenían en mente,
y sus equipos no tenían la flexibilidad y robustez necesaria para realizar las
tareas que el G2 quería realizar. En CANTV era indispensable controlar la red
de comunicaciones para ejecutar los planes sin levantar sospechas.
Para la
operación era necesaria una empresa débil de confianza que aceptara ciertas
condiciones especiales. La Dirección Estratégica Nacional del MBR-200 recibió
órdenes de formar discretamente un equipo para manejar el asunto. Jorge
Rodríguez fue designado funcionario del CNE -el siquiatra no es un técnico pero
sí muy aficionado a la electrónica y era el más conocedor del tema en ese
cónclave. De allí surgió la idea de tender una celada a INDRA con la mega
elección del 2000 para obligarla a retirarse sin chistar. Ese ardid fue
explicado en detalle en mi anterior artículo en este mismo espacio de El Nuevo
País, titulado “Así se montó la farsa”. Al salir INDRA, sería reemplazada por
el caballo de Troya. En esa tramoya se tiraron a la basura como si nada los
$150 millones pagados a los españoles poco antes.
Desde el triunfo
de Chávez, un empresario libanés venezolano llamado Khaled Majed, dueño de la
empresa Hardwell Technologies en Venezuela, con buenos contactos militares,
había ejecutado varios contratos con sistemas de computación para la sala situacional
de Miraflores y equipar a los servicios de inteligencia de las Fuerzas Armadas.
El hermano de Majed es un conocido fundamentalista islámico experto en
comunicaciones y los militares lo recomendaron.
Inicialmente,
Majed lucía como el candidato único para desarrollar ese contrato. Su principal
tarea sería aparecer como mascarón de proa de las empresas que desarrollarían
el proyecto. Pronto aparecieron otros grupos locales aspirando a obtener el
contrato, entre ellos uno muy poderoso con conexiones profundas dentro de
PDVSA. Poco despues de aparecer este grupo en escena empezaron a aparecer en
los medios de comunicación rumores sobre ciertos negocios no muy claros de
Majed. Los grandes jefes pronto decidieron que el libanés era inconveniente
para ese proyecto. Ante esto informática de PDVSA recomendó a una empresa que
podría ejecutar el proyecto..
Un funcionario
de confianza de PDVSA recomendó crear una empresa con ingenieros jóvenes y poco
experimentados que fueran fáciles de manejar. Ellos, sin saberlo, harían el
fronting como empresa, mientras los cubanos del G2 elaboraban el código fuente
contentivo de los detalles secretos del sistema a instalar. Lo demás era
carpintería abierta al público que estaría en manos de las empresas proveedoras
a ser subcontratadas. La gerencia de informática de PDVSA recomendó a un grupo
de ingenieros calificados que conocían desde la universidad.
El relato que
sigue es resultado de una cuidadosa investigación de la trama de la cual surge
SMARTMATIC. Ese arreglo condujo a la contratación de esa empresa utilizando a
sus fundadores sin que se dieran cuenta. La operación se llevó a cabo sin
involucrar a los rectores del CNE, que se convirtieron en convidados de piedra.
Para empezar
veamos quién es SMARTMATIC y por qué fue contratada para reemplazar a INDRA.
Smartmatic aparece en escena en el año 2000 al ser registrada como una pequeña
empresa en el estado de Delaware en los Estados Unidos. Su campo de negocios es
ambicioso: diseñar, desarrollar e instalar soluciones tecnológicas destinadas
ayudar a los gobiernos o grandes empresas a alcanzar sus objetivos. Su pomposa
misión es ayudar a las sociedades a ser más eficientes y transparentes a través
del uso de innovaciones tecnológicas. Este objetivo le podía quedar grande a
Microsoft, pero no a los cuatro audaces recién graduados que ni siquiera habían
intentado desarrollar un sistema de biométrico para control de identidad.
Tras estos
objetivos se ocultaba algo más pedestre: Smartmatic fue creada específicamente
para licitar el sistema que iba a reemplazar al de INDRA. Sus propietarios
iniciales fueron cuatro jóvenes ingenieros venezolanos recién graduados y tres
inversionistas criollos ligados al chavismo. Estos últimos formaban un poderoso
cogollo en PDVSA cuyo nombre se mantiene en el más estricto secreto. Los
ingenieros eran Antonio Mugica, Adolfo Anzola, Eduardo Correia y Roger Piñate.
Todos provienen de familias de clase media alta que se conocieron en el Colegio
Emil Friedman en Los Campitos. Todos ellos fueron excelentes estudiantes que
merecieron becas para asistir la universidad.
Aunque sus
familias eran de clase media alta, no eran grandes capitalistas ni calificaban
como inversionistas poderosos. Ninguno de ellos era un chavista furibundo, solo
eran ingenuos jóvenes emprendedores y decentes pero ambiciosos, que se
emocionaron cuando varios “inversionistas” les ofrecieron financiarlos a cambio
de acciones en la empresa.
Aparte de esos
cuatro jóvenes empresarios, ningún nombre de persona natural aparece en el
registro de propietarios en los EEUU, solo la identificación de “empresas de
papel” inscritos en paraísos fiscales. Las acciones de estas compañías de papel
a su vez pertenecen a empresas fantasmas ubicadas en otros sitios de la misma
naturaleza y así sucesivamente, como suele hacerse cuando se trata de borrar
los rastros. Así es casi imposible saber quiénes son los verdaderos
inversionistas. Solo se sabe que fueron, o son, cercanos a PDVSA.
Luego de una
extraña licitación en el 2000 luego de la expulsión de INDRA, SMARTMATIC fue
seleccionada para el primero de varios contratos con el CNE, los cuales han
costado a la nación varios cientos de millones de dólares.
Pero todo esto
no es lo más grave. Lo peor es que el código fuente que contiene la clave para
dar instrucciones al sistema es un secreto que está en manos de los cubanos.
Esta historia
continuará en mi próxima entrega. Los lectores que tengan información sobre
este tema pueden escribirme a genpenaloza@gmail.
Editor: Teólogo-Informático Roberto Romero Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela. Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/