Por Robert Barriger
28/11/2014
Existe un dicho triste dentro de
la iglesia evangélica: «Somos el único ejército que abandona a sus heridos»,
especialmente cuando se trata de ciertos pecados. Tratamos el divorcio como si
fuera el pecado imperdonable del Espíritu Santo, o el adulterio como una
sentencia de muerte. No obstante, aplaudimos al reo más vil que se convierte, y
el drogadicto que llega a los pies de Cristo puede contar su testimonio
libremente; pero al cristiano que ha caído le damos el tiro de gracia.
Como esos 700 hombres escogidos
que fueron heridos en el campo de batalla. La Biblia dice que los que son
espirituales en la iglesia, restauren y sanen a aquellos que han sido heridos
(Gálatas 6.1). ¿Por qué? Porque una vez heridos pueden desarrollar «el ojo del
tigre» y pueden ser de gran valor para alertar a los demás en la iglesia de
cómo ataca el enemigo.
Hay otro término militar que se
llama «fuego amigo». El fuego amigo puede ser una de las cosas más
desalentadoras para un ejército. Fuego amigo es cuando, en medio de la confusión
de una batalla, un soldado es muerto por alguien de su propio batallón, sucede
muchas veces, y siempre es triste… ¿Puede imaginar a un padre cuando recibe la
noticia de que su hijo murió en la batalla, pero no por el enemigo, sino por un
soldado que era su amigo? Es triste cuando vemos fuego amigo dentro de la
iglesia, especialmente cuando no es por accidente, cuando las personas
«justificadas» por una arrogancia espiritual, sienten que tienen el derecho de
juzgar a otros, quienes según ellos están equivocados.
El fuego amigo, en el contexto de
la iglesia es doloroso. David mencionó esto cuando estaba recordando el ataque
de un enemigo; él decía en Salmos 55 que si fuera su enemigo o su adversario el
que lo atacaba lo podía entender, pero él dijo que la traición más grande que
sintió fue cuando el ataque vino por un amigo. En los versículos 13 y 14 dice:
«Antes íbamos a la iglesia juntos, antes tomábamos la cena en la casa de Dios
juntos y caminábamos en celebración y ahora tú que fuiste mi amigo eres quien
hace la herida más profunda» (paráfrasis). ¿Por qué en la iglesia somos tan
desleales? Debemos entender que tenemos un solo enemigo, y no está sentado en
la congregación con usted, tampoco está en la congregación de la esquina. Hay
un diablo que nos odia y un Dios que nos llama a rescatar a los que han sido
heridos por este mundo. ¡No permita fuego amigo dentro de la congregación!
Qué fácil es criticar cuando cae
alguien «grande», por la ver- güenza que trae a la iglesia; pero miren el
corazón del rey David, que cuando cayó su atormentador, el rey Saúl, David
rasgó sus ro- pas, lloró y dijo: «Cómo han caído los grandes, no lo digas en
Gad, no lo digas en Gad» (2 Samuel 20, paráfrasis). ¿Por qué David decía no lo
digas en Gad? Gad era una ciudad de los filisteos, Goliat era de Gad, y lo que
David lamentaba es cómo el mundo (Gad) se burlaba por la caída de los grandes
(Saúl).
Recuerde, la iglesia tiene un
enemigo, sus armas son reales y habrá heridos; es más fácil sanar a un soldado
herido y devolverlo a la batalla que entrenar a un nuevo soldado. Seamos un
pueblo restaurador, porque Dios es un Dios restaurador.
Tomado del libro Iglesia
Relevante © 2014 Robert Barriger Publicado por Editorial Vida. ISBN:
978-0-8297-6599-1 Usado con permiso de Editorial Vida.
A TRAVÉS DE.- http://lidervision.com/
Editor: Teólogo-Ingeniero Informatico: Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/
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