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miércoles, 8 de mayo de 2013

¡Tremenda pelea!

Editor. RobertoR


de Bruno Renaud

A menudo, sin embargo, recuerdo que los cristianos, a lo largo de los siglos y hasta hoy, hemos practicado costumbres de intolerancia que nos invitan a la modestia

Caracas.- ¿Vieron la bella trifulca que organizaron nuestros diputados en la gloriosa Asamblea Nacional? Brillante demostración de cultura política y solidaridad nacional...
A menudo, sin embargo, recuerdo que los cristianos, a lo largo de los siglos y hasta hoy, hemos practicado costumbres de intolerancia que nos invitan a la modestia, antes de dar cualquier consejito.
Sin embargo, hablemos hoy de una tremenda pelea que tuvo lugar entre cristianos mismos, en el primer siglo, muy poco después de Jesús de Nazaret. Salvo las florecitas con las que adorno la contienda, fue absolutamente histórica y ejemplarmente política.
Dos bandos. “En esta esquinaaa… ¡Santiago, el Hermano del Señor, 117 kilos, y una larga barba patriarcal! En la otra esquinaaa… Pablo de Tarso, 47 kilos y medio, ¡y se mueve como un jején! ¡Qué gane el mejor!”.
¿El árbitro? Pedro de Galilea; medio vendido, con su corazoncito del lado de Santiago… Pobre árbitro. No entendía muy bien de qué se trataba. Aparentemente, tampoco veía muy bien el motivo de la pelea. Pobrecito. Un poco “tapaíto”.
No, no fue un ring de boxeo. Pero el texto habla de “un altercado, y una violenta discusión”. El motivo de la pelea era de tamaño, frente al porvenir: ¿iban los recién convertidos a Jesús en el imperio romano, a tener que hacerse primero judíos para ser discípulos de Cristo? ¡Discutieron “violentamente”!
Del lado de Pablo, en especial, había gran conciencia de la importancia de la apuesta: si tenían que hacerse judíos para ser auténticamente cristianos, el camino de Jesús estaba condenado a desaparecer pronto.
Pero del lado de Santiago, ¡había la misma pasión! El judaísmo se jugaba la vida. Pasión, acción, fuego, ¡densa humanidad! Nada de rezar piadosamente el rosario (que todavía no existía).
¿Y cómo terminó? Allí está la diferencia con nuestra Asamblea Nacional. El propio Santiago paró la pelea: “Acepto la tesis de Pablo, pero pido tres concesiones”.
¡Dado, aceptado! Estuvieron a punto de meterse una mano, y terminaron dándose la mano. La conclusión final, la dieron todos a la vez: “El Espíritu Santo y nosotros hemos estimado que…”, y repiten el acuerdo. ¡Formidable auto-estima, para meter a Dios mismo en su resolución humana!
¿Observaron ellos lo acordado? En grandes líneas, sí. Frente a un error ulterior de Pedro, Pablo, alarmado, le mandó una andanada de palabras: “¡Guabinoso! ¡Traidor! ¡Alcahuete!” (Carta a los Gálatas)… y Pedro se recogió humildemente. Así, el acuerdo, fundamentalmente, tuvo éxito hasta hoy.
Pelea ejemplar, en la que se jugaba el porvenir. Vidas apasionadas, de hombres grandes de verdad. Pequeñeces, en medio de lo inmenso. Pablo, Santiago y Pedro se hermanaron en la nobleza del objetivo: la justicia de Dios, la paz para todos. Eran tan diferentes, en el seno de esta misma “Asamblea”: nada de “pensamiento único”, en el cristianismo de los orígenes.
Nada de beaterías. Una humanidad fuerte, con caracteres poco acomodaticios. No mucho después, en el espacio de menos de cinco años, Santiago, Pablo y Pedro murieron mártires de su líder...
Vamos, diputados y diputadas… Todavía les queda por aprender.
Sacerdote católico
Fuentehttp://eltiempo.com.ve/opinion/columnistas/tremenda-pelea/89490
Editor: Teólogo-Informático Roberto RomeroPrensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/

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