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jueves, 24 de enero de 2013

Carlos Marx, el malo


GUANTÁNAMO, Cuba, enero, www.cubanet.org -Durante un tiempo creí que los errores que provocaron la debacle socialista en Europa se debían fundamentalmente a una gran distorsión del pensamiento marxista, y que los grandes responsables de esto fueron Lenin y Stalin al privar de elementales derechos ciudadanos y de democracia a la sociedad rusa, práctica que se extendió a todos los países que después de terminada la Segunda Guerra Mundial conformaron el denominado Eje Comunista.
Bien se conoce que los cubanos hemos estado sometidos a una tenaz manipulación de la historia, a un férreo adoctrinamiento ideológico y a una constante limitación para acceder libremente a fuentes de información alternativas a las del castrismo. Esto fomentó un campo muy fértil para el desconocimiento de realidades históricas. Por ello, cuando pude leer el libro Intelectuales, de Paul Johnson, y muy específicamente la monografía dedicada a Carlos Marx, recibí algo así como un mazazo.
No es para menos. La única biografía que había leído sobre el filósofo alemán era Carlos Marx. Historia de su vida, escrita por Franz Mehring, quien, a la muerte de Federico Engels, quedó como albacea literario de Marx. Dicha obra, más que un estudio objetivo, es una apología.
Sin embargo, gracias a Paul Johnson, de quien ya había leído su extraordinario estudio titulado Estados Unidos: La historia, pude conocer algunos aspectos oscuros de la vida del guía del proletariado mundial. Por ejemplo, supe que Marx no sólo se apropió de frases pertenecientes a otros intelectuales, como “Los proletarios no tienen nada que perder salvo sus cadenas”, o “De cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades”, que en realidad fueron escritas por Marat y Louis Blanc, sino que en múltiples ocasiones Marx también modificó citas aparecidas en otros textos, con el objetivo de darle sostenibilidad a las tesis que expuso en El Capital, sobre todo en el capítulo 15.
Sorprende aún más saber que el constante uso incorrecto de las fuentes, por parte de Marx y del propio Engels, fue detectado y denunciado por dos investigadores de Cambridge, en 1880, y a pesar de esto, ninguno realizó las correcciones necesarias. Las tergiversaciones han continuado así hasta nuestros días.
Otro aspecto que desconocía es la actitud racista que Marx ejercitó en contra de Ferdinand Lasalle y del cubano Pablo Lafargue. Al primero lo calificó como “negrito judío” y “judío grasiento”. El 30 de julio de 1862, Marx escribió una carta a Engels en estos términos: “Ahora no tengo la menor duda de que, como señala la conformación de su cráneo y el nacimiento de su cabello, desciende de los negros que se unieron a Moisés en su huida de Egipto (a menos que su madre o abuela paterna tuvieran cruza con negro)”. También se opuso abiertamente a que Pablo Lafargue se casara con su hija Laura, y lo llamó “negrillo” y “gorila”.
Violentas y discriminatorias fueron también varias de sus reacciones contra los obreros revolucionarios que discutían sus ideas, a los que llamaba ignorantes, y aunque ciertamente carecían de los conocimientos que Marx tenía sobre Filosofía, Historia y Economía, poseían algo que él jamás tuvo: un conocimiento objetivo del entorno fabril en el que se desenvolvían sus vidas.
Singular por su violencia y marcadas intenciones discriminatorias fue el ataque al que sometió, en 1846, a William Weitling, en una reunión de la Liga Comunista en Bruselas. Weitling era pobre, hijo ilegítimo de una lavandera, y nunca conoció el nombre de su padre. Era un aprendiz de sastre autodidacto que, a fuerza de trabajar duramente, se había ganado un gran número de partidarios entre los trabajadores alemanes. La finalidad de Marx en la reunión era bajarle los humos a cualquier trabajador que careciera de la preparación filosófica que él consideraba esencial.
El ataque de Marx a Weitling fue notablemente agresivo, pues le dijo que era culpable de llevar adelante una agitación sin doctrina, que eso estaba bien para la Rusia bárbara, pero no en Alemania, que era un país civilizado, donde no podía lograrse nada “sin nuestra doctrina” , es decir, la de  Marx. Weitling le contestó que no se había hecho socialista para aprender doctrinas manufacturadas en un estudio, sino que él hablaba en representación de trabajadores concretos y que no se sometería a las opiniones de teóricos que no habían tomado contacto con el mundo real y sufriente del trabajo.
Según un testigo ocular, esta respuesta enfureció tanto a Marx que golpeó la mesa con un puño, con tal violencia, que la lámpara tembló. Y poniéndose de pie de un salto gritó: “|Hasta ahora la ignorancia jamás ha ayudado a nadie!”. La reunión terminó con Marx aún caminando a zancadas por la habitación en un ataque de furia. Igualmente violentos fueron sus arranques en contra de Ferdinand Lasalle, Pierre Joseph Proudhon y Bakunin.
Estos aspectos oscuros de la vida de Carlos Marx, así como otros relacionados con su proclividad a la vida muelle y bohemia, el desentendimiento total de sus obligaciones como cabeza de familia, su marcado egocentrismo y los sufrimientos que ocasionó a su esposa Jenny (algo que no expuso Franz Mehring en la obra antes mencionada), provocaron que el halo mítico con que conservaba su imagen desapareciera para siempre.
Fuente. http://www.cubanet.org/articulos/carlos-marx-el-malo/

Editor: Teólogo-Informático Roberto RomeroPrensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/

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