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lunes, 19 de marzo de 2012

El Profesor Aplazado

Profesor pre y post-grado UCV
oscarmago@cantv.net 



Facundo Cabral dijo una vez: «Mi hijo iba muy bien en su educación hasta que tropezó con la escuela». Le faltó decir que más adelante ese niño, cuando creció, trató de lanzarse en «rappel» hacia la universidad, pero cayó en el precipicio.

La principal reflexión que queremos hacer en este momento es sobre nuestra educación en general y en particular, la que nos concierne desde el punto de vista profesional: la universitaria.
Está demostrado el fracaso de nuestro diseño educativo por una simple y sencilla razón: va en contra de la naturaleza humana.
En la primaria el niño es torturado con una educación que desconoce sus virtudes y potenciales. Le niega sus dos necesidades básicas: la de jugar y la de ser amado. La primaria los amordaza y «los pedagogos» (egresados de las universidades, por supuesto) lo obligan a «estudiar», como creen que lo deben hacer los grandes, es decir, memorizando, caletreando, etc. En el colegio les niegan el amor, sustituyéndolo por el regaño. En la casa les imponen la aberración de hacer tareas irrespetando sus necesarias horas de juego: un refinado tormento digno de la Inquisición. El niño es tratado como adulto.

En el bachillerato el adolescente desarrolla instintivamente un sentido crítico agudísimo. Mira el mundo de los mayores como un perfecto fastidio. «No le pasa una a los adultos», especialmente a sus padres y profesores. Quiere divertirse y desea aprender sólo lo que le motiva de verdad (¿quién no?). Por eso la computación y el Internet lo apasionan. No obstante el pensum de educación media les niega todo. No les permite desarrollar su sentido crítico, ni la discusión ni el razonamiento. Los mata de aburrimiento, no respeta sus intereses y aficiones, los dirige desde arriba sin consultarlos, es decir, desde el Ministerio de Educación y la Dirección del colegio, como si los redactores de los programas escolares fueran genios y los muchachos imbéciles.

Luego en la universidad la cosa se pone peor. Del colegio al «alma mater» hay un salto gigantesco, que quienes logran no caer al vacío se sienten desorientados, los demás se «despeñan» en la Prueba de Aptitud Académica, trayecto inicial, o piu como le dicen algunos.

«¿Qué es una universidad?», se preguntan, «¿qué se hace aquí?». Ninguno lo sabe. Al poco tiempo averiguan que no hay nada nuevo. Se repite el patrón de la escuelita. Que tienen que seguir tomando apuntes, tienen que seguir oyendo a un sabio que habla solo, que no razona, que no los invita a discutir y encima tienen que memorizar y repetir como loritos lo que al profesor le gusta oír, es decir, sus propias palabras, que los alumnos más hábiles grabaron en clase y, se caletrearon para el examen. Pero a pesar de esos esfuerzos, tarde o temprano acaban diciendo: «Pero lo peor de todo es que después de “calarme esa ladilla”, me viene a raspar».

A veces raspan a toda la clase, lo que quiere decir que el aplazado fue el profesor que no motivó a sus alumnos y que ni siquiera entendió ni sus propias palabras, que los alumnos memorizaron y repitieron en la prueba.

En nuestro sistema educativo no todos los docentes actúan así. Sabemos que en todas partes hay muchos y excelentes educadores, quienes invitan al diálogo y al razonamiento, que motivan la investigación y la creatividad. No nos referimos a ellos, sino a los otros, que parecen no darse cuenta de que los aplazados son los profesores, si siguen pensando y comportándose así.
Por mi parte, estoy tratando de cambiar, a ver si mis alumnos no me raspan este año.


Editor: Teólogo–Informático: Roberto Romero PRENSA DIGITAL NOTIC-VOZ "EL CAJIGALENSE" Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/

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