El proyecto intenta determinar si en las secreciones de los
anfibios, principalmente sapos y ranas, hay antibióticos que sirvan como base
para la preparación de medicamentos que ataquen a los virus, bacterias u hongos
que comúnmente afectan a los seres humanos
Es poco probable que haya que lamer sapos para beneficiarse
de sus secreciones, como lo hizo Homero Simpson alguna vez en la popular serie
animada de televisión.
Pero de resultar exitosa para seres humanos una
investigación que actualmente llevan a cabo científicos argentinos, estos
anfibios podrían ser claves para evitar enfermedades.
Este proyecto del Centro Nacional Patagónico -en conjunto
con el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)-
intenta determinar si en las secreciones de los anfibios (principalmente sapos
y ranas) hay antibióticos que sirvan como base para la preparación de
medicamentos que ataquen a los virus, bacterias u hongos que comúnmente afectan
a los seres humanos.
Mariela Marani, investigadora del Conicet y directora de
este proyecto, explicó que trabajan "en el aislamiento y la identificación
de unos compuestos llamados péptidos antimicrobianos que están en las pieles de
los anfibios".
"Estos péptidos tienen la capacidad de inhibir o matar
ciertos microorganismos. A nosotros nos interesa identificar aquellos que
inhiban a los que afectan a los humanos", agregó.
Los péptidos son cadenas cortas de aminoácidos que pueden
ser encontrados en toda la naturaleza, bien sea en animales o en vegetales.
Pero en el caso de los anfibios surgen como una línea de
defensa ante los microorganismos externos. Es decir, no es que los sapos o las
ranas no se enfermen por ello, pero los péptidos actúan como mecanismo de
prevención como lo hace, por ejemplo, la saliva humana.
Y ahora es la primera vez que se realiza este estudio en
anfibios de la región patagónica, considerada una de las que tiene mayor
biodiversidad en el planeta.
Inhibición
"Queremos ver qué contienen las secreciones de los
anfibios que habitan acá", dijo Marani.
Las secuencias de péptidos varían según la especie de
anfibio. Sin embargo, según explicó la investigadores, prácticamente todos
tienen un comportamiento similar: son anfipáticos.
"Queremos ver qué péptidos tienen los anfibios de acá,
compararlos con los de otros lados del mundo y evaluar su potencial clínico
para humanos". Mariela Marani, investigadora del Conicet
"Es decir que interactúan de dos formas con las
membranas de las bacterias: mediante interacciónes electrostáticas e
hidrofóbicas provocan el desplazamiento de los lípidos, alterando la estructura
de las membranas de las bacterias, aumentando su permeabilidad mediante la
formación de poros, que es como llenarlas de agujeros para producir su
desestabilización. Esta desestabilización frena su crecimiento [el de las
bacterias] o les ocasiona la muerte", explicó Marani.
La secreción de los anfibios como sapos y ranas se produce
particularmente en su región dorsal, la espalda.
Ante situaciones de estrés liberan las glándulas que
contienen los péptidos, sobre todo ante una condición inflamatoria o
infecciosa.
Cada péptido, además, tiene una función determinada.
"Por ello, queremos ver qué péptidos tienen los anfibios de acá, compararlos
con los de otros lados del mundo y evaluar su potencial clínico para
humanos", afirmó Marani.
El resultado de este proyecto, que la investigadora admitió
que puede tardar varios años, podría tener dos vertientes.
Que se identifique un péptido que por sí solo puede ayudar a
los seres humanos a lidiar con bacterias, virus u hongos; o que el péptido
pueda ser transformado químicamente y usado como base para un medicamento
antibiótico.
"Una vez que se lo identifica, se lo evalúa con
organismos que ataquen a humanos, aunque también contra parásitos o bacterias
patógenas en animales, ya que se puede trabajar en colaboración con grupos de
veterinaria, y que ellos verifiquen si les sirve en ese campo", aseveró la
especialista.
Necesidad
La primera etapa del proyecto intenta identificar los
péptidos que puedan utilizarse.
En una siguiente fase se cruzarán con dos bacterias que
afectan a las personas: Escherichia coli y Staphylococcus aureus.
La primera se asociada comúnmente con problemas estomacales,
por lo común debido a alimentos en mal estado o contaminados.
La segunda, con enfermedades de la piel.
"Todos los días aparecen bacterias cada vez más
resistentes por el mal uso de los antibióticos y con el paso de las
generaciones estas bacterias se vuelven más resistentes hasta que el
antibiótico es ineficaz", dijo Marani.
"Es un problema grave que tenemos en la actualidad,
porque el tratamiento clínico se ve más complicado. Por eso es importante esta
búsqueda constante de nuevas opciones".
Y una de estas alternativas podría estar en la inmensidad de
la Patagonia.
Editor: Teólogo-Informático Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
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