Se obtuvieron escáneres cerebrales de los sujetos mientras contemplaban una fotografía de la cara de la persona amada. Como tarea de control, y tras una actividad de distracción para dejar que la pasión se enfriara, los sujetos miraban la fotografía de un conocido del mismo sexo y la misma edad que su amado, pero que no les despertaba ningún sentimiento en especial (…) Naturalmente, este estudio era puramente correlacional: no demostraba que las regiones que se activaban o desactivaban subyacieran a la sensación de enamoramiento. También debemos preguntarnos hasta qué punto estos resultados se deben únicamente al sentido de la vista. (…) Con todo, la pauta de los cambios cerebrales que acompañaban la visión del rostro del ser amado fue extraordinariamente coherente con los informes que habían elaborado los sujetos. (…) Y ¿qué reveló este estudio sobre el placer intenso y eufórico del enamoramiento? Pues que se corresponde con una fuerte activación del circuito dopaminérgico del placer, es decir, de la ATV y de ciertas áreas de proyección como el núcleo caudado. Como hemos visto, esta pauta de activación es similar a la respuesta a la cocaína o la heroína. Y ¿qué hay de la incapacidad de juzgar con objetividad a la persona amada? Podría deberse a la desactivación de la corteza prefrontal, uno de los centros de la capacidad de discernir, y a la desactivación de los polos temporales y de la unión parietotemporal, las regiones de la corteza que intervienen en la cognición social.