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domingo, 12 de octubre de 2014

El factor más influyente en los resultados de un líder


A principios del año 2000, me conmovió escuchar al anciano Dr. David Wells, graduado de la Universidad de Manchester y profesor distinguido del Gordon Conwell Seminary de Boston, relatar los hallazgos de su investigación para la revista Leadership Journal. Con su equipo de candidatos doctorales había, por muchos años, analizado minuciosamente el contenido de los libros cristianos más populares acerca del liderazgo, para concluir que las consideraciones vertidas en muchos de estos eran mayormente del mundo de las finanzas, la psicología y la administración, en vez de ser premisas basadas en la Palabra de Dios y el modelo de Jesús. Quizá al escuchar aquellas conferencias fue que comenzó a germinar este libro en mi mente y corazón. Sin dudas podemos aprender del campo de la psicología, la sociología, los negocios, las leyes y la filosofía. Sin embargo, al mirar con agudeza a Jesús, podemos notar con precisión que las principales verdades halladas en estas ciencias ya estaban presentes en su liderazgo.

El liderazgo situacional, por ejemplo, un concepto exitosamente propuesto hacia el mundo de las ciencias sociales por Hersey y Blanchard en su influyente libro Administración del comportamiento organizacional, encuentra su nicho perfecto en el liderazgo desarrollado por Jesús con personas de diferente nivel de madurez y cosmovisión.  ¿Cuál es la razón? Jesús fue un líder excepcional porque, más allá de la ejecución de técnicas de liderazgo, su comportamiento e influencia emanaban de su carácter. El ingrediente atemporal y multicircunstancial. No hay factor más influente en la vida y los resultados de un líder que su carácter. En recientes años hemos sido eclipsados por técnicas, teorías y experiencias convertidas en doctrinas que han oscurecido nuestra visión completa acerca de quién debe establecer el ideal del liderazgo cristiano. El carácter de un gran líder es ese ingrediente atemporal y multicircunstancial que le destaca del resto. El carácter está fundamentado en los hábitos internos de la voluntad, y otra vez el libro de los libros nos arroja una descripción contundente de cuáles son las características que hacen al carácter de Cristo. En Gálatas 5:22-23, Pablo nos dice: 
El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio.
El Espíritu Santo no tiene la tarea de exaltar nuestras emociones y hacernos disfrutar grandes momentos en medio del culto sino de provocarnos a parecernos a Jesús (ver Juan 16:13-14). Cuando somos cautivados por la acción del Espíritu Santo, el carácter de Jesús se va convirtiendo en nuestro carácter. Comenzamos a ser invadidos, absorbidos y nutridos por la divina persona. Comenzamos a liderar como él.

Las características mencionadas por Pablo dibujan un ilustrativo mapa hacia el carácter de un gran líder. Tales virtudes son imparables. No hay ley contra estas. Seducen al más rebelde y despiertan la admiración del enemigo más feroz.

Jesús el modelo.
Jesús debe ser el estándar, el molde, el modelo, la maqueta y el plano de la clase de líderes que debemos anhelar ser y son necesarios y urgentes en Iberoamérica.

Soren Kierkegaard escribió:

"Ser auténticamente redimidos por Cristo nos provoca a autoimponernos ser imitadores de él. Como hombre, Jesús es nuestro modelo porque como Dios es nuestro redentor. El valor de nuestro cristianismo puede ser evaluado en función proporcional a nuestra imitación de Cristo".

El Maestro nazareno ha estado presente en el proyecto de convivencia humana desde que nació en tierras palestinas, aunque sus comienzos y su paso por la tierra no fueron un lecho de rosas.
Aun siendo un pequeño bebé quisieron matarlo.
Sus amigos más cercanos lo traicionaron.
El pueblo le dio la espalda.
Sus seguidores iniciales fueron martirizados.

Sin embargo, después de veinte siglos de historia humana, seguimos hablando de él. Jesús hace evidente que no son los resultados aparentes, momentáneos y superficiales los que definen nuestro legado.
No es el índice de popularidad, el aplauso de las multitudes, la publicidad o celebridad de un momento cautivo lo que determina nuestros resultados; es la secuela de nuestro carácter, la fragancia de nuestros principios, la influencia en la vida de otros y la creación de nuevas realidades lo que exagera el impacto de un líder.

(Adaptado del libro “El mejor Líder de la historia”. Lucas Leys, Editorial Vida, 2012.)

 Dr. Lucas Leys
LiderVisión. Octubre, 2014.



Editor: Teólogo-Ingeniero Informatico: Roberto Romero Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela. Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/

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