El fenómeno comenzó en Brasil y
siguió en Argentina, que incluso cuenta con una cárcel —la Unidad 25— exclusiva
para evangélicos.
Chile | Viernes 21 de Septiembre,
2014 | Por NoticiaCristiana.com |
AFP.- Mario Ibáñez cumple su
condena de traje, corbata y Biblia en mano. Es uno de los reos evangélicos que
están revolucionando las cárceles chilenas, donde obtienen seguridad y
comodidades a cambio de disciplina y devoción.
El fenómeno comenzó en Brasil y
siguió en Argentina, que incluso cuenta con una cárcel —la Unidad 25— exclusiva
para evangélicos.
Este es el próximo objetivo de
los religiosos chilenos, que ya han pedido a Gendarmería que les ceda un penal.
En la ex Penitenciaría de
Santiago, los portones con rejas chorrean líquidos oscuros. Un vaho de humedad
reina en el ambiente y la pintura descascarada evidencia la dejadez del sitio,
maltratado por los propios internos, según Gendarmería.
Pero en la denominada Calle 4 se
aprecia un mundo aparte: 252 reos de pie y ordenados en filas oran y cantan con
las manos alzadas en un largo corredor con celdas a cada lado.
Se han levantado a las 06H00
locales, aseado y lavado su ropa por turnos; luego han trabajado en talleres en
el mismo pasillo con olor a desodorante ambiental durante toda la mañana.
Las paredes están recién
pintadas, los baños nuevos y el suelo es de cerámica o parqué flotante. Son
todas reformas hechas por ellos mismos.
“Aquí hay principios, buenas
costumbres. En los módulos que no son de ‘hermanos’, es una vida donde se baten
a muerte día a día”, explica a la AFP Mario Ibáñez, un reo evangélico con 15
años de condena por robo con intimidación proveniente de la cárcel Colina,
donde también existe una torre exclusiva para evangélicos.
Para los gendarmes, sobrepasados
por la presión de su trabajo en un sistema que sufre un hacinamiento del 70%,
los evangélicos son una solución para la convivencia interna. Para el resto de
los reos, son los “que se esconden detrás de la Biblia”.
Los pastores que llegan a
evangelizarlos son en su mayoría ex reos como ellos, como Guillermo Cáceres:
media vida perdida en la cárcel por asesinar a un joven, y hoy capellán de la
ex Penitenciaría, respetado y aclamado en el patio.
“Sé lo que es estar aquí, pasar
hambre”, explica. “La población penal que nos conoció a nosotros en la vida
pasada, y nos ve como estamos ahora, creen. Y se van sumando cada día más”,
agrega.
En su corredor los evangélicos
cuentan con equipos de música de alta fidelidad, un televisor de 52 pulgadas y
lavadoras. Todo es propiedad de la Iglesia Evangélica, financiado con
donaciones de sus fieles.
Cuando alguno de ellos no sigue
las normas, es expulsado del pabellón evangélico por el pastor y los reos.
La misma Gendarmería ha pedido el
traslado de pequeños grupos de reos evangélicos a otras cárceles del sur para
crear otras comunidades. “Son los más pacíficos y sirven como neutralizador de
problemas en el penal”, explica el obispo de la Catedral Evangélica de Chile,
Eduardo Durán.
Según Clemir Fernandes, sociólogo
del Instituto de Estudios de la Religión (ISER) brasileño, “con las actividades
y el lenguaje que usan (los evangélicos), parece que atendieran más la realidad
del preso”.
Para el obispo, “el Estado ha
fracasado en muchas de estas áreas”, mientras la iglesia evangélica ofrece
recursos, atención y reinserción social.
El seguimiento a los reos sigue
fuera de la cárcel, con una red de empresarios practicantes que les dan trabajo
y ayudan a limpiar sus antecedentes, siempre que exista voluntad de su parte.
Ocho de cada 10 reclusos
evangélicos no vuelve a delinquir según datos de la iglesia, que no han sido
confirmados de forma oficial.
Un reciente informe del Instituto
Nacional de Derechos Humanos (INDH) alaba la labor y logros de los evangélicos,
pero se pregunta por el riesgo de coerción y la necesidad de que todos los
presos aspiren a esas condiciones de bienestar, no únicamente por ser fieles.
En las cárceles chilenas esos
fieles representan un 39% de los internos, según el INDH, en un país de tradición
católica con creciente secularización, donde los evangélicos suman una décima
parte de la población.
En los últimos 10 años, los
evangélicos se han triplicado en América Latina.
¿Pero cómo logran convivir con
los “gentiles”, como llaman a los no creyentes? “Es complicadísimo, pero hay
estrategias. Como atenderlos cuando llueve o hace frío, abrirles las puertas de
la Iglesia”, explica Hernán Romero, un reo evangélico que se puso la primera
corbata de su vida en la cárcel.
“La comunidad es un refugio. No
todos queríamos llegar aquí, pero cuando uno llega termina por caer vencido”,
sonríe.
Fuente.- (NoticiaCristiana.com).
Editor: Teólogo-Ingeniero Informatico: Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/
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