Núria Jar (AGENCIA SINC)
14 Septiembre 2014
El libro que clasifica las
patologías psiquiátricas es el manual de los trastornos mentales (DSM). La
última versión de este atlas se publicó en 2013 envuelto en una fuerte
polémica. Ahora, Allen Frances (EE UU, 1942), coordinador de la anterior
edición, ha levantado la voz contra los excesos diagnósticos de la psiquiatría
moderna y la sobremedicación. Además, denuncia que la psiquiatría debería
ayudar al paciente ahora, en lugar de depositar sus esperanzas en los logros
futuros de la neurociencia y la genética.
Antes de publicar su libro ¿Somos
todos enfermos mentales? escribió en su blog Saving normal varios artículos
contra la nueva edición del manual de los trastornos mentales DSM-5,
considerado la 'biblia' de la psiquiatría. ¿Por qué consideró que debía
protestar?
Nunca imaginé que iba a escribir
un libro. Tampoco imaginé que iba a escribir un blog. Me había jubilado y me
dedicaba a disfrutar de mis nietos y la playa. Pero en una fiesta con amigos
que estaban trabajando en el DSM-5, me di cuenta de que estaban muy
entusiasmados con ideas bastante peligrosas si se aplican a decenas de millones
de personas.
¿Qué le desconcertó?
Iban a introducir la pena como un
síntoma de la depresión. Mis olvidos propios de la vejez se convertirían en
demencia, los berrinches de mis nietos en trastorno de desregulación disruptiva
del estado de ánimo y comer demasiado en trastorno por atracón. Mis colegas no
eran conscientes de las consecuencias no deseadas del nuevo manual. Estaban tan
preocupados porque la psiquiatría no dejara a ningún paciente fuera de sus
límites, que no prestaban atención a un problema mayor: muchas personas serían
mal diagnosticadas. Recibirían medicamentos innecesarios y un estigma que
reduciría las expectativas y la confianza en sí mismas. No me gusta
protagonizar controversias, pero sentí que denunciarlo era mi trabajo.Pues ha
liderado la polémica. Thomas Insel, director del Instituto Nacional de Salud
Mental de los Estados Unidos, también se desmarcó del nuevo DSM alegando que
“los pacientes con una enfermedad mental merecen algo mejor”.
Tom Insel es riguroso cuando dice
que los avances en biología no son suficientes para hacer diagnósticos, tal y
como todos esperaban. Ahora sabemos más sobre esquizofrenia que hace 25 años,
pero desconocemos qué función tienen los 108 genes recientemente descritos que
están implicados en este trastorno. Quizás sea más útil estudiar uno de sus
síntomas, como las alucinaciones. Hazte preguntas sencillas y encontrarás
respuestas mejores.
En el libro acusa al nuevo DSM de
“no hacerse las preguntas realmente importantes”. Póngame un ejemplo concreto.
El trastorno por déficit de
atención con hiperactividad (TDAH) es el ejemplo más claro. Antes había un 3%
de población afectada. La previsión del DSM-IV, cuidadosamente elaborada,
preveía cambios que provocarían un incremento de tan solo el 15% pero ahora un
30% de nuestros estudiantes universitarios y el 10% de nuestros alumnos toman
medicación para el TDAH. Si yo hubiese escrito el DSM-5 me habría preguntado si
tal incremento tiene sentido. La gente no cambia, la naturaleza humana es la
misma. Lo que varía son las etiquetas. El manual debería advertir sobre el
peligro de sobrediagnosticar, pero la nueva edición amplió las definiciones
para que se pueda tratar con mayor rapidez a más gente. En lugar de curar un
problema, lo agrava.
¿Entona su parte de mea culpa
como coordinador de la edición anterior?
Me sentí culpable por el DSM-IV.
Aunque trabajamos duro para prevenir la inflación diagnóstica, no fuimos
capaces de predecir tres nuevas falsas epidemias de trastornos mentales
infantiles: TDAH, trastorno bipolar y autismo. No nos anticipamos al posible
mal uso del manual, que escribimos cuidadosamente.
¿Los niños son las principales
víctimas del nuevo DSM?
Si quieres saber qué niño tiene
TDAH el mejor predictor es la fecha de nacimiento. Resulta que los niños
nacidos en diciembre tienen un 70% más de probabilidades de ser diagnosticados
con TDAH que sus compañeros de clase nacidos en enero, que son más mayores. Es
un error, no deberíamos tildar de enfermedad la inmadurez normal de un niño. El
análisis clínico debe ser más específico y muy cuidadoso, porque puede mejorar
la vida de una persona y hacerla sentir comprendida. Un mal diagnóstico la
condena y paraliza.
El coordinador del DSM 5, David
Kupfer, comentó a Sinc que las críticas entorno al nuevo manual son
“inevitables”.
Yo coordiné el DSM-IV y no hubo
críticas.
¿Absolutamente ni una?
Los trabajadores sociales nos
hicieron alguna crítica porque decían que la nueva edición del manual era
demasiado biológica. Pero en general no hubo pegas porque no teníamos grandes
ambiciones, queríamos estabilizar el sistema y restringir el crecimiento de la
inflación diagnóstica. En cambio, el DSM-5 comenzó con grandes metas:
identificar biomarcadores de dolencias psiquiátricas, evaluaciones
dimensionales para calcular la severidad y ampliar la detección precoz. El
estado actual de la ciencia no lo permite porque aún no tenemos suficientes
evidencias.
¿Todavía es demasiado pronto para
aplicar los hallazgos de la neurociencia a la psiquiatría actual?
Se invierte demasiado dinero en
la investigación biológica y no lo suficiente en la psicólogica y social. Lo
único que hemos aprendido en 30 años es que podemos descubrir muchas cosas
sobre el funcionamiento del cerebro, pero traducirlo para mejorar la práctica
clínica es muy difícil. A día de hoy no creo que ningún paciente que se haya
beneficiado de los avances en neurociencia. No hay nada más excitante que los
descubrimientos en neurobiología y genética, pero aún no han ayudado a ningún
paciente. Necesitamos ayudar a la gente ahora, en vez de prestar tanta atención
a las promesas de un futuro lejano.
¿Qué le parecen los 100 millones
de dólares del presupuesto 2014 que ha destinado Obama al proyecto BRAIN para
cartografiar el cerebro humano?
Cualquier proyecto que intente
entender cómo funciona nuestro cerebro es muy valioso, pero no debería
promocionarse a bombo y platillo. La tecnología y las promesas del futuro no
tendrían que despistarnos. El 5% de la población sufre un trastorno mental
grave, con síntomas incapacitantes que afectan a todos los aspectos de la vida
y persisten en el tiempo. Lo terrible es que, mientras estas personas no están
recibiendo un tratamiento suficiente, hay mucha gente sobremedicada. Las
estadísticas dicen que una cuarta parte de la población tiene una enfermedad
mental, pero la cifra me parece exagerada. España es un buen ejemplo.
¿En España también hay
sobremedicación?
Tenéis una tasa de desempleo del
25%, los jóvenes que se gradúan en la universidad no saben si tendrán trabajo,
los jubilados sufren por sus pensiones… Es normal que estas personas se
angustien y estén tristes. Es una reacción normal de la condición humana.
Y esto no lo arregla una
pastilla.
Los españoles estarías mejor si
durmieseis un poco más e hicierais más ejercicio [sonríe]. ¡Aquí la gente no
duerme!
También bebemos mucho.
Quizás también deberíais beber
menos. Hay que proteger a la gente de tomar una pastilla para cada problema. La
solución de muchos conflictos dependen más de la resiliencia humana, del apoyo
de la familia, del tiempo, de la psicoterapia… Todo esto puede ser mucho más
útil para vuestros problemas que tomaros una pastilla. Y la actividad física. Y
las horas de sueño. Y, sí, tal vez beber menos [ríe a carcajadas].
Núria Jar es periodista
especializada en ciencia y tecnología. Colaboradora de SINC.
FUENTE.- http://www.argenpress.info/
Editor: Teólogo-Ingeniero Informatico: Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/
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