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Foto Hugo Chavez Frias |
Leyde E. Rodríguez Hernández
Como expresó Chávez, el 4 de
febrero de 1992: “(…) Es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y
el país (Venezuela) tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino
mejor”.
No por imaginado el fatídico
momento, después del desalentador comunicado sobre el estado general delicado
del presidente y comandante de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez Frías, el
4 de marzo de 2013, la noticia de su fallecimiento, al día siguiente, ha dejado
de ser muy estremecedora, para sus admiradores y la opinión pública mundial,
que seguía día tras día, hora tras hora, la evolución de la salud del dirigente
más popular y carismático de América Latina.
Conocer su ausencia física, es
una novedad que conmueve a todas las personas de buena voluntad. El presidente
de los pobres, el que hizo más por ellos, el que más nutrió a Venezuela de
realizaciones sociales, culturales y democráticas, merece honor. Nunca antes en
la historia contemporánea, un hombre, un líder revolucionario de un país del
Tercer Mundo, había logrado tantos progresos, en tan corto tiempo, para su
pueblo, la América Latina y el Caribe, como hizo Hugo Chávez Frías.
Debe recordarse que, cuando la
historia parecía detenida y algunos teóricos de la política desconfiaban de la
viabilidad del socialismo, en aquellos días del fin de la historia, de Francis
Fukuyama, y terceras vías, de Anthony Blair, de rendiciones en el ideal del
socialismo “real” soviético y de Europa del Este; en esos tiempos en que la
humanidad caía en la confusión y el conformismo, por la supuesta victoria del
capitalismo frente al eurocomunismo, hubo un hombre, que se llamó Hugo Chávez,
dispuesto a luchar, desde el pensamiento Bolivariano, por la construcción del
socialismo.
Sólo una voz solitaria, desde una
isla en el Caribe, insistía en que el socialismo sí era posible en aquella
coyuntura de desarraigo de las ideas de izquierda y progresistas. Entonces, un
nuevo Quijote, Chávez, vino a acompañar a Fidel Castro, que no cesaba de
advertir sobre los peligros que amenazan a la especie humana, y el fracaso
rotundo de la política económica neoliberal. Cuando el campo socialista se
derrumbó y la URSS se desintegró, el imperialismo, con el puñal afilado de su
bloqueo se proponía ahogar en sangre a la Revolución Cubana; Venezuela, un país
relativamente pequeño de la dividida América, fue capaz de impedirlo.
En ese ambiente mundial, el 4 de
febrero de 1992, un gobierno consagrado en elecciones burguesas, fue
desconocido e impugnado por un hecho de fuerza de carácter revolucionario: un
movimiento cívico-militar asumió el liderazgo de una protesta social iniciada
en el mismo mes, años antes, conocida como “El Caracazo”, ocurrido el 27 de
febrero de 1989. El líder militar Hugo Chávez, quien como pocos supo comprender
el sentimiento nacional de descontento, harto ya de tanta opresión y del
desconocimiento del pueblo, tomó posición y emprendió una arremetida no sólo
contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, quien fungía como presidente de la
República, sino también, contra las políticas que ignoraban el clamor y las
necesidades populares, contra la corrupción exacerbada de los funcionarios
estatales, contra la exclusión de los más desfavorecidos y la sumisión ante los
intereses económicos y financieros imperiales.
La rebelión cívico-militar del 4
de febrero de 1992, fue el primer gran hecho histórico de gran relevancia para
la historia reciente de Venezuela, y para los pueblos latinoamericanos y
caribeños. Pronto Chávez, en 1998, convertido en un indiscutible Cristo redentor
de su pueblo, se erigió en candidato insumiso a las oligarquías, ganando unas
elecciones presidenciales diseñadas para impedir el triunfo de los condenados
de la tierra. ¿Podría esperarse una hazaña política mayor? A partir de
entonces, el gobierno bolivariano se declara antiimperialista, anticapitalista
y socialista. Esta postura de construir un nuevo socialismo en el siglo XXI, es
su principal legado esperanzador para la humanidad. La Revolución Bolivariana
liderada por Chávez constituyó un renacer para los oprimidos de todo el mundo,
en aquella etapa de apogeo del pensamiento único impuesto por el imperialismo.
Desde entonces, fueron numerosos los países de las Antillas, Centro y
Suramérica que Venezuela, además de sus grandes planes económicos y sociales,
fue capaz de ayudar.
El principal logro de la
Revolución Bolivariana se encuentra en su plena independencia y soberanía
nacional, lo que le ha permitido, a Venezuela, el fortalecimiento de la
democracia participativa, el incremento del gasto social, la alfabetización, el
aumento de los servicios de salud, viviendas, el incremento de la igualdad de
género, el acceso de la población a las nuevas tecnologías, el aumento de las
pensiones, la disminución de la pobreza, la inequidad, la desnutrición, el
desempleo y la reducción de la concentración de los medios de comunicación.
El mayor desafío, para la
Revolución Bolivariana, es el mantenimiento de la unidad entre todos los
componentes cívicos y militares del proceso político, hasta ahora victorioso bajo
la dirección de Chávez. Los mismos factores comprometidos en la continuación
del programa Bolivariano trazado por Chávez, con vistas al periodo
constitucional 2013-2019. Esta estrategia contiene cinco objetivos
estratégicos, que conforman el II Plan Socialista de la Nación “Simón Bolívar”,
entre los cuales se encuentran consolidar la independencia nacional, continuar
la construcción del Socialismo Bolivariano, convertir a Venezuela en una
potencia no solo económica, sino también social y política; contribuir al
desarrollo de una nueva geopolítica internacional que defienda la visión de una
configuración de fuerza anti-hegemónica, así como la preservación de la vida y
la salvación de la especie humana.
Hay que reconocer que la
estrategia internacional diseñada por la Revolución Bolivariana acercó las
relaciones con todos los países de América Latina y el Caribe. Los resultados
concretos en política internacional se encuentran en el despliegue de los
mecanismos de integración como PETROCARIBE, la Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR),
la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC), y el ingreso al
Mercado Común del Sur (MERCOSUR). De carácter estratégico, en el interés de lograr
una nueva arquitectura financiera regional y mundial, es la creación del Banco
del Sur, que ha sido aprobado por la mayoría de los países de la región.
La política exterior bolivariana
también impactó a África. Entre los importantes avances en las relaciones con
esta región, se destacan las cumbres de los países de América del Sur y África
(ASA); y cada vez cobran más vitalidad los vínculos de Caracas con China,
Rusia, Vietnam, Corea del Norte, Irán, Bielorrusia y, en general, con todos los
países europeos, siempre en el marco del respeto a la soberanía y la libre
determinación de los pueblos. En ningún otro periodo de su historia, Venezuela
desarrolló una política exterior tan amplia, solidaria y diversa en beneficio
propio y de otras naciones.
Una breve mirada al alcance y la
contribución de los proyectos mencionados, demuestran la enorme contribución de
la Revolución Bolivariana, y del liderazgo de Hugo Chávez, a la política
internacional del siglo XXI. Comentaré aquí cada uno de ellos:
PETROCARIBE (Petróleo solidario
para el Caribe). Esta organización fue creada el 29 de junio del 2005, en la
ciudad de Puerto La Cruz, suscrita inicialmente por 14 países, como un acuerdo
de cooperación energética. PETROCARIBE es una respuesta a los abusos que los
buques foráneos realizaban a los países del Caribe con la venta del petróleo,
imponiéndoles precios de transportación excesivos. Por eso el acuerdo está
basado en la eliminación de todos los intermediarios, solo intervienen
entidades dirigidas por los gobiernos. Se busca la transformación de las
sociedades latinoamericanas y caribeñas, haciéndolas más justas, participativas
y solidarias. La idea se concibe con la finalidad de crear un proceso integral
que promueva la eliminación de las desigualdades sociales, fomenta la calidad
de vida y una participación efectiva de los pueblos.
ALBA (Alianza Bolivariana para
los Pueblos de Nuestra América). Fue creada en La Habana, el 14 de diciembre
del 2004, por el acuerdo de Venezuela y Cuba, como una iniciativa de los
presidentes Hugo Chávez y Fidel Castro; posteriormente ingresaron: Bolivia,
Nicaragua, Dominica, Ecuador, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda.
Honduras abandonó la Alianza luego del golpe de Estado que derrocó al
presidente Manuel Zelaya, el 29 de junio del 2009. Es el resultado de la lucha
contra los tratados de libre comercio (TLC), que impone la estrategia de
dominación de los Estados Unidos. Es uno de los más importantes mecanismos de
integración en el que se aprovechan las ventajas cooperativas entre las
diferentes naciones asociadas, para compensar las asimetrías entre las mismas,
lográndose mediante fondos compensatorios, destinados a la disminución de las
desigualdades intrínsecas de los países miembros, y con la aplicación del Tratado
de Comercio de los Pueblos (TCP).
El ALBA-TCP es un mecanismo de
integración de nuevo tipo porque otorga prioridad a la relación entre los
propios países, en pie de igualdad y en el bien común, utilizando el diálogo
subregional y multiplicando las alianzas estratégicas, para fomentar el
consenso y el acuerdo entre las naciones latinoamericanas. En fin, el ALBA ha
simbolizado un nuevo amanecer político para “Nuestra América”.
UNASUR (Unión de Naciones
Suramericanas). Nació el 18 de diciembre del 2004 durante la III Cumbre
Suramericana reunida en Cuzco, Perú. Los presidentes de los 12 países de
América del Sur firmaron la Declaración de Cuzco, mediante la cual decidieron
conformar la Comunidad de Naciones Suramericanas, que fue evolucionando a través
de la Cumbre de Cochabamba, celebrada el 9 de diciembre del 2006. Los
mandatarios de Suramérica, reunidos en la Cumbre realizada en la isla de
Margarita, el 17 de abril del 2007, decidieron renombrar a la comunidad como
Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), creada sobre una región con raíces
comunes.
Este esfuerzo regional dio
fundación a la Unión de Naciones Suramericanas en la Reunión Extraordinaria de
Jefes de Estado y de Gobierno en la ciudad de Brasilia, República Federativa
del Brasil, el 23 de mayo del 2008, donde se suscribió su tratado constitutivo,
que entró en vigor el 11 de marzo del 2011, por lo que la UNASUR se convirtió
en una entidad jurídica durante la reunión de Ministros de Relaciones
Exteriores en Ecuador, donde se puso la piedra fundamental de la sede de la
Secretaría. En octubre del 2011 UNASUR fue reconocida como miembro observador
de las Naciones Unidas (ONU). La UNASUR es un mecanismo de integración regional
sin el patrocinio de los Estados Unidos, lo que significa la preservación de la
independencia y la soberanía de las naciones suramericanas.
CELAC (Comunidad de Estados de
Latinoamérica y el Caribe). Fue creada el 2 y el 3 de diciembre del 2011 en
Caracas, con la participación de 33 países, y manifiestamente excluidos los Estados
Unidos y Canadá, a pesar de los intentos de sabotaje desde Washington y sus
gobiernos subordinados en América Latina. La CELAC es otro de los notables
logros del proceso de integración bolivariano. Es una respuesta estratégica a
la inoperancia y obsolescencia de la Organización de Estados Americanos (OEA),
convertida en ministerio de colonias estadounidenses, utilizada por los Estados
Unidos como instrumento de dominación y para justificar intervenciones
militares en los países de América Latina y el Caribe.
ASA (América del Sur y África).
Iniciada en la Cumbre América del Sur-África, celebrada en Margarita, el 25 de
septiembre del 2009, contó con la participación de 29 gobernantes africanos y
ocho de Suramérica. Es un mecanismo multilateral que busca trazar objetivos
comunes, con espíritu de gran solidaridad y por medio de colaboraciones
estratégicas y de cooperación Sur-Sur, para estimular la capacidad de
desarrollo sostenible de los países miembros. ASA busca mejorar el comercio
exterior y la cooperación entre las dos regiones, así como aumentar la
inversión entre África y América del Sur, además de favorecer el intercambio de
tecnologías que sirvan para añadir valor a las materias primas.
Asimismo, se propone promover la
participación del sector privado en dichas iniciativas a través de las
asociaciones nacionales de negocios y la posible creación de una Asociación de
Negocios África-América del Sur, así como la creación del Banco de Inversión
Africano de la Unión Africana. ASA es el acercamiento entre dos continentes
similares, ubicados en el llamado Tercer Mundo o la periferia del dominante
centro capitalista. Procesos similares Venezuela intenta extender a Asia y
Medio Oriente.
Un importante éxito de la
política exterior bolivariana fue la entrada, como miembro pleno, de Venezuela
al MERCOSUR, considerada entre las primeras cinco economías más grandes del
sistema-mundo, que funciona con solidez ante la crisis por la que atraviesa el
modelo económico neoliberal en los Estados Unidos y la Unión Europea.
Las substanciales contribuciones
de la Revolución Bolivariana al orden, la paz y la institucionalidad de las
relaciones políticas y económicas internacionales del siglo XXI, tienen como
objetivo el mejoramiento de las condiciones de vida de los pueblos del Sur.
Cada uno de estos procesos, mecanismos e instituciones de signo progresista y
humanista en la política internacional, han podido concretarse y consolidarse
porque asistimos a una época de cambio en la correlación de fuerzas en América
Latina y el Caribe, a favor de los pueblos, aunque todavía no sea así al
interior de todas las naciones, y sin que sea todavía un proceso irreversible,
pues esta tendencia o movimiento favorable a la izquierda seguirá enfrentando
múltiples desafíos y amenazas provenientes de las pretensiones de dominación
capitalistas, generadas por las burguesías latinoamericanas serviles a las
viejas políticas coloniales y hegemónicas de los Estados Unidos en la región.
En lo adelante, Venezuela estará
inevitablemente signada por el legado trascendental y el ejemplo paradigmático
del prócer Hugo Chávez Frías. Los continuadores de la Revolución Bolivariana
tienen la responsabilidad histórica de continuar el ciclo de oportunidades
progresistas en América Latina y el Caribe, que impulsan los procesos y
mecanismos unitarios hacia un sistema-mundo más equilibrado, solidario,
democrático, favorable a la cooperación económica entre los pueblos y al
respeto a la igualdad soberana entre las naciones.
Como expresó Chávez, el 4 de
febrero de 1992: “(…) Es tiempo de reflexionar y vendrán nuevas situaciones y
el país (Venezuela) tiene que enrumbarse definitivamente hacia un destino
mejor”..
Editor: Teólogo-Informático Roberto Romero
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