La investigación realizada por el
equipo del profesor Kang Lee, de la Universidad de Toronto en Canadá, sugiere
que el fenómeno, al que se llama pareidolia facial, es tan común porque los
cerebros humanos están excepcionalmente bien adaptados para reconocer caras.
Canada | Viernes 9 de Mayo, 2014
El caso se repite de vez en
cuando. Alguien, normalmente con creencias religiosas, se encuentra de repente
con que un objeto cotidiano sujeto a cambios de textura o de color, como por
ejemplo la tostada recién hecha que saca de la tostadora y que ha quedado más
oscura en unas zonas que en otras, o una zona de la pared en la que se ha
formado un conjunto de manchas de moho por la humedad, presenta un patrón de
rasgos que le recuerda al dibujo de una cara humana, e incluso la identifica
como la de Jesucristo.
En otras variantes del fenómeno,
un fan de Elvis Presley identificará los rasgos como un dibujo de su ídolo. Y
otras personas creerán reconocer otras caras dibujadas.
Cuando estos casos se publicitan
activamente, más allá de como meras anécdotas, casi siempre se acaba cayendo en
el sensacionalismo esotérico, y debido a ello se ha creado una imagen muy
negativa de cualquiera que, aún sin creer en ninguna interpretación
sobrenatural ni darle mayor importancia a la anécdota, afirme que los rasgos de
una tostada o del moho de la pared le recuerdan a la cara de alguien.
El temor a ser llamado loco
Mucha gente teme ser tildada de
chiflada si confiesa tales asociaciones mentales; de ahí que sea reacia a
relatar sus experiencias con ese fenómeno psicológico que, según los resultados
de un nuevo estudio, es mucho más común de lo que se ha venido creyendo.
La investigación realizada por el
equipo del profesor Kang Lee, de la Universidad de Toronto en Canadá, sugiere
que el fenómeno, al que se llama pareidolia facial, es tan común porque los
cerebros humanos están excepcionalmente bien adaptados para reconocer caras, de
manera que incluso cuando sólo existe una ligera sugerencia de formas faciales,
el cerebro automáticamente interpreta que lo que allí está presente es el
dibujo de un rostro.
No es una enfermedad
Aunque este fenómeno ha sido
conocido durante siglos, poco se sabe sobre los mecanismos neuronales
subyacentes que lo causan. En este nuevo estudio, que es el primero de su tipo,
el equipo de Lee estudió escaneos cerebrales y respuestas de comportamiento en
sujetos que veían caras y letras en diferentes conjuntos de rasgos ambiguos.
Estos investigadores han
descubierto que la pareidolia facial no se debe a una anomalía cerebral o a una
imaginación exacerbada, sino que está causada por el trabajo especializado de
la corteza cerebral que ayuda a generar expectativas y envía señales a la
corteza visual posterior para “amplificar” los estímulos procedentes del mundo
exterior y mejorar su interpretación y la detección de lo que se busca.
Los investigadores constataron
también en los experimentos que se puede inducir a la gente a ver imágenes de
clases diferentes, como caras o letras, en conjuntos de rasgos ambiguos, por el
mero hecho de alimentar sus expectativas sobre lo que van a encontrar. Si se
les dice que en una imagen abstracta hay caras ocultas y que deben buscarlas,
las encontrarán. Si se les dice que en la misma imagen abstracta hay letras
ocultas y que deben buscarlas, las encontrarán también. Todo depende de lo que
esperen ver, que a su vez activa partes específicas del cerebro que procesan
tales imágenes.
En principio, casos como el de
ver a Jesucristo en una tostada reflejan tan solo el funcionamiento normal del
cerebro de esa persona y el papel activo que la corteza frontal ejerce en la
percepción visual. (Otra cosa, por supuesto, es la interpretación que el sujeto
le dé a lo que ve, un terreno en el que sí pueden manifestarse trastornos).
“Creer es ver”
En vez de la frase “Ver es
creer”, los resultados del nuevo estudio sugieren que bastantes veces es justo
lo contrario: “Creer es ver”.
Los diversos tipos de asociación
mental de rasgos ambiguos con cosas conocidas son los que nos permiten
reconocer siluetas en las manchas de tinta del test de Rorschach, o los que les
permitieron a los observadores de la antigüedad reconocer figuras formadas por
estrellas en el firmamento y establecer así las constelaciones.
Así pues, si mañana vemos en una
tostada un conjunto de rasgos que nos recuerde a un dibujo de Jesucristo o de
cualquier otra persona, eso, por sí solo, no significará que padezcamos un
trastorno mental.
Fuente: Noticias de la Ciencia y
la Tecnología
Editor: Teólogo-Ingeniero Informatico: Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/