CIENCIA / LA AMENAZA ESPACIAL
JOSÉ MANUEL NIEVES / MADRID
Después de que el 2012 DA14 se
acercara a la Tierra sin causar daños, falta por ver cómo nuestro planeta
podría alterar a la órbita de la roca tras su visita
Cuando apenas faltaban un par de
horas para la máxima aproximación de 2012 DA14 a la Tierra, instituciones
científicas y observatorios espaciales de todo el mundo no terminaban de
ponerse de acuerdo sobre la relación entre este asteroide y la inesperada lluvia
de meteoritos que, apenas unas horas antes, sembraba el pánico en Rusia y
provocaba heridas a más de un millar de personas.
La NASA, no sin antes avisar de
que se trata sólo de resultados preliminares, aseguraba ayer por la tarde que
ambos eventos no están relacionados. Al mismo tiempo, sin embargo, confirmaba
que la «bola de fuego» que cruzó el cielo sobre las localidades de Cheliabinsk,
Kurgán, Tiumén, Svédrlovsk y el norte de Kazajstán fue «la mayor desde el
evento Tunguska de 1908». En aquel entonces, un meteorito de unos 30 metros
(aún no está claro si fue un cometa o un asteroide) estalló sobre Siberia
provocando la absoluta destrucción de cerca de 2.000 kilómetros cuadrados de
tundra.
Pero volvamos al presente. Se
sabe ya que el meteorito ruso penetró ayer en la atmósfera a 18 kilómetros por
segundo y su impacto liberó una energía de varios cientos de kilotones. Según
la agencia espacial norteamericana, el meteorito, por lo tanto, fue mayor que
el que estalló sobre Indonesia el 8 de octubre de 2009 y que causó, también, el
pánico entre la población.
A falta de cálculos más precisos,
el tamaño del objeto antes de chocar con la atmósfera terrestre era de unos 15
metros y su masa de unas 7.000 toneladas, apenas la cuarta parte del asteroide
2012 DA14.
Durante el tiempo en que fue
visible (unos 30 segundos) la bola de fuego rusa brilló con más fuerza que el
Sol. Por el momento, las agencias espaciales que estudian el fenómeno descartan
que el bólido ruso fuera un «mensajero» de 2012 DA14. De hecho, su dirección de
vuelo fue de norte a sur, mientras que la de DA14 fue de sur a norte. Algunos
científicos, sin embargo, afirmaban ayer que para estar absolutamente seguros
será necesario efectuar más análisis.
Máxima aproximación
Exactamente a las 20:25 (hora
española), el asteroide 2012 DA14 alcanzó, como estaba previsto, su máxima
aproximación a la Tierra (27.650 km.) para empezar después a alejarse de
nuestro planeta. Decenas de observatorios de todo el mundo aprovecharon la
ocasión para estudiarlo de cerca. De hecho, es el más cercano de ese tamaño que
ha podido ser observado hasta ahora. En los próximos días empezarán a hacerse
públicos los datos precisos de la observación.
El asteroide fue descubierto hace
un año por el Observatorio de La Sagra en Granada, y su acercamiento fue tal
que pasó casi a 8.000 kilómetros por debajo del cinturón de satélites en órbita
estacionaria. Los científicos habían descartado hace tiempo que existiera
alguna posibilidad de impacto contra nuestro planeta o contra alguno de
nuestros artefactos espaciales, pero los astrónomos decidieron seguir el
sobrevuelo con la máxima atención para conocer más sobre el «visitante»
espacial.
Lo que más interesa a los
científicos, además de determinar con más exactitud sus dimensiones y
composición, es comprobar cómo va a afectar al asteroide su paso tan cerca de
la Tierra. La gravedad de nuestro planeta, en efecto, podría alterar a la
órbita del 2012 DA14, algo que podría tener consecuencias desagradables durante
sus próximas «visitas».
Una «mina de oro»
Por no faltar, ni siquiera
faltaron las valoraciones económicas. De hecho, la compañía norteamericana Deep
Space Industries se ha tomado la molestia de calcular el valor de 2012 DA14. Y
resulta que contiene, ni más ni menos, que 48.000 millones de euros en agua
recuperable y otros 97.000 millones en metales varios. Un «botín» nada
despreciable y que sin duda impulsará, en un futuro cercano, la rápida
proliferación de una nueva y floreciente industria de minería espacial.
La Tierra lleva ya 4.500 millones
de años siendo golpeada por asteroides de todos los tamaños. Desde el que
extinguió a los dinosaurios, hace 65 millones de años (que tenía unos diez
kilómetros de diámetro), a la continua lluvia de polvo que continuamente cae
sobre nosotros desde el espacio. Algunos cálculos estiman que la masa de
nuestro planeta aumenta, cada año, en dos millones de toneladas a causa de la
aportación de material extraterrestre.
Pero los impactos de asteroides
capaces de exterminarnos se producen, afortunadamente, cada mucho tiempo. En la
actualidad, la NASA tiene localizados y vigila muy de cerca por lo menos al 90%
de los asteroides cercanos a la Tierra de un kilómetro o más de diámetro. Y
ninguno de ellos representa un peligro cercano para la Humanidad. Los más
pequeños, sin embargo, son otra cosa bien distinta. Y aunque no podrían acabar
de un golpe con nuestra civilización, sí que son perfectamente capaces de
causar grandes daños.
Los datos del telescopio espacial
WISE, especialmente diseñado para localizar rocas espaciales, sugieren que por
lo menos 4.700 asteroides de unos cien metros de diámetro tienen órbitas que
los llevan a acercarse «incómodamente» a la Tierra de forma periódica. Lo peor
es que no resultan tan fáciles de ver como los grandes, y a pesar de que son
capaces de destruir por completo una ciudad y toda su provincia, apenas si se
conoce el 30% de su número total.
Peor aún cuando hablamos de rocas
aún más pequeñas. Los astrónomos creen que apenas si conocen el 1% de su número
total, que podría superar el millón.
Editor: Teólogo-Informático Roberto Romero
Prensa Digital Notic Voz el Cajigalense; Yaguaraparo, Municipio Cajigal, Estado Sucre, Venezuela.
Dirección Internet: http://robertoromeropereira.blogspot.com/
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